En mayo pasado, una mujer de 30 años que era pareja de un penitenciario, solicitó una orden de restricción de acercamiento ante episodios de violencia. Cuando este iba a ser notificado, los policías lo aprehendieron al ver que tenía intenciones de agredirla, tras amenazarla y resistirse al procedimiento. Ahora el caso fue elevado a juicio.
PRIMERA EDICIÓN pudo saber que tras el pedido de Héctor Simon, fiscal de Instrucción de Puerto Rico, el juez Leonardo Manuel Balanda Gómez elevó el expediente contra el joven de 27 años.
Oportunamente deberá responder por los delitos de “amenazas” y “resistencia a la autoridad”, todo en concurso real, artículos 149 bis y 237 del Código Penal.
El joven se encuentra privado de su libertad, puesto que por las circunstancias del hecho por el cual fue imputado, la Justicia busca preservar la integridad física de la denunciante.
Amenazas como las de “prenderla fuego” o “picarla en pedacitos, colocarla en una valija y tirarla al río”, hizo estrictamente necesario que el imputado llegue a juicio en esa condición.
Esa frase fue vertida en la causa judicial por la misma víctima, pero también un vecino y los policías del procedimiento confirmaron las amenazas de muerte.
La relación de pareja había comenzado en el 2022 y comenzó a enturbiarse por episodios de violencia, celos y control de parte del joven, según el expediente.
El final de todo comenzó a gestarse el sábado 11 de mayo pasado, cuando ambos estaban invitados a una fiesta de cumpleaños. Horas antes habían discutido por teléfono y ya en el domicilio que ocupaban, el joven la golpeó y le rompió la ropa. Le dijo que él no iba a ir y ella tampoco.
La joven llamó a la policía y en ese momento el imputado se fue del lugar. Horas después, ya en la fiesta se presentó el acusado y en un determinado momento se acercó a ella y la agarró del pelo. Esto fue visto por otras personas y le dijeron que se retirara de allí. Ella le pidió que fuera a dormir a la casa de su mamá y no con ella.
La joven volvió a su domicilio con amigas y al ver que él estaba, tomó unas ropas y se fue a dormir a otro lado.
La única forma de alejarlo era con una orden de restricción perimetral y ella la solicitó a la Justicia.
Previamente, según se conoció de la investigación, él le dijo que la única forma de librarse de él era con una perimetral, pero si ella lo denunciaba la iba a matar, que iba a prender fuego la casa con ella y su hijo adentro, que no le importaba que le dieran prisión perpetua.
El Juzgado de Familia emitió la orden y el 19 de mayo una patrulla fue a notificarlo que debía abandonar la casa de la joven y lo iban a acompañar en el móvil policial para que retirara sus cosas. Él estaba en casa de su padre, compartía un asado y los recibió a los efectivos con un “otra vez ustedes. No es hora ni lugar. Estoy comiendo un asado con mi viejo”. Se negó a notificarse. Sin embargo subió a su automóvil y al llegar a la casa insultó al vecino y arremetió a golpes contra la puerta y le vociferaba a la víctima. A todo eso los policías lo habían seguido hasta el lugar. Tras las amenazas de muerte le arrojó un manojo de llaves a la joven. Los policías al ver como se desencadenaba la situación detuvieron al agresor. Ahora enfrentará el juicio.