Todos somos almas, polvo de estrellas, conciencia expandida transitando nuestro paso por esta tierra, mundo en el cual nos hemos reencontrado.
Como conciencia expandida viviendo en un mundo temporal estamos sujetos a leyes, leyes planetarias que nos limitan, nos encuadran nos influyen a todos de la misma manera.
Somos almas encarnadas, en esencia puro amor en expansión y no forma, pero actualmente nada de eso lo podemos vivir, sentir, experimentar porque al estar sujetos a leyes temporales de espacio-tiempo quedamos prisioneros de ellas.
¡Sí! Todos somos prisioneros de este planeta y sus leyes. Recordar el alma expandida es el anhelo que nos lleva a buscar la trascendencia evocando un mundo lleno de amor donde nada nos ata, pero ¿qué es en realidad lo que nos ata?
Nos atan nuestras propias limitaciones, nuestras propias mezquindades, nuestras creencias limitantes que van formando dentro nuestro, compartimentos estancos, sin posibilidad de relación. Es así como no solo estamos limitados por la materia sino que además condicionados por ella.
La búsqueda de trascendencia es en realidad la búsqueda o el retorno hacia ese espacio de no materia, de no límite, de no condicionamientos. Es así como de a poco, con el despertar de la conciencia, vamos viviendo, buscando una realidad mayor, más abarcante, colmada de sentido donde sean las fuerzas del amor, como cohesión con lo más grande, lo que lleve adelante la evolución desde un espacio de engrandecimiento de la conciencia, buscando siempre ponernos a los pies de un orden mayor.
Un nuevo orden que abarque a todos por igual. Un nuevo orden en el cual solo sea el amor el lenguaje universal. Un nuevo orden alineado con las fuerzas de la evolución consciente.
Un nuevo orden donde la fraternidad y el respeto sean condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo de la vida. Un nuevo orden que integre y respete las diferencias. Eso y mucho más está y existe dentro de cada uno de nosotros como un registro, un recuerdo, un código en el ADN que cada uno puede despertar.
Exististe como recuerdo de un lugar del cual todos venimos y al cual volveremos. Un lugar donde las polaridades ya no nos gobiernen, un lugar llamado hogar.
Es tiempo de despertar y comenzar a liberarnos de las cadenas autoimpuestas del deseo y egoísmos que son las que nos atan por querer gobernar y poseer una materia que es efímera y perenne.
¡Busca! Busca dentro tuyo ese espacio de amor, todos tenemos ese registro, es el recuerdo de nuestro hogar.
Escucha el susurro de tu voz interior, ella sabe el camino de regreso y deja de centrarte en la lucha de los opuestos en un mundo donde todo responde a una unidad mayor. Simplemente ríndete y verás lo que sucede.
Ríndete y reconoce en principio las leyes de la naturaleza, no olvides que una parte nuestra es humana pero la otra es divina.
Patricia Couceiro
Máster en Constelaciones
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