El enojo es una energía que está destinada a aumentar nuestros recursos para resolver el problema que nos está afectando. Sin embargo, al no saber cómo canalizarlo termina convirtiéndose en un factor que daña aun más la situación a la que nos enfrentamos.
Por esta razón es importante conocer de qué está hecha esta emoción y aprender a transformar: “El enojo que destruye en enojo que resuelve”.
El enojo es una de las emociones que más vemos en nuestra sociedad, queremos algo no podemos y ahí aparecen la frustración y el enojo.
Pero para entenderlo tenemos que poder ir más profundo y ver qué hay ahí que enoja tanto.
El enojo aparece cuando hay algo que se interpone a nuestro deseo, es una energía potente, se descarga adrenalina y el cuerpo se dispone al combate, esa adrenalina servía antes cuando había batallas, pero ahora toda esa acumulación de energía nos trae problemas de salud y con el entorno.
El enojo que destruye es aquel que nos sucede cuando creemos que el otro nos hizo algo a propósito y fue contra nuestro. Si lo sentimos así, la respuesta será querer provocar al otro el mismo daño que nos hizo y ese es el comienzo de los conflictos.
En cambio, si usamos el enojo para darnos cuenta cuál es la frustración que hemos sentido sobre algún deseo que tenemos y que no podemos concretar, podemos encausar esa energía para ir por lo que estamos queriendo.
Leyendo el libro del Dr. Levine me llamó la atención un punto que dice: “cuando estás enojado tenés que preguntarte: ¿qué tendría que suceder en este momento para que el enojo se vaya? Cuando te enojes aplica esta pregunta. Y observa lo que sucede.
A veces la solución está en nosotros solo que no podemos ver porque nos quedamos enredados en heridas viejas, que siguen doliendo y no nos permiten avanzar en la vida.
Puede que aun así sigamos enojados, pero observar y darnos lo que necesitamos para que nuestro enojo pase nos puede ayudar a salir de ese lugar y asumir que no somos responsables de lo que el otro hace, pero sí lo que decidimos hacer con lo que sentimos.
Cuando devolvemos dolor con dolor solamente hacemos crecer ese círculo de venganza interminable, así se perpetúan las luchas de poder, las separaciones de familias.
Por eso hay que conocer el enojo, verlo y preguntarnos qué tenemos que aprender de él y qué nos enoja tanto. ¿Sigo dando mi energía al otro para que controle mi estado de ánimo? ¿Comunico lo que pienso, siento y quiero? Aceptar, sentir y mirar nuestro enojo y no solo quedarnos en la reacción nos permite crecer, hacernos responsables de nuestra vida que al fin y al cabo es solo nuestra. Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
Whatsapp: 3764-414872