El término “altas capacidades” engloba mucho más que un rendimiento intelectual superior. De acuerdo a la psicopedagoga, Silvana Nagel, quien dialogó con PRIMERA EDICIÓN, este concepto se refiere a un potencial excepcional en una o varias áreas del conocimiento que requiere de un entorno adecuado para desarrollarse plenamente. Sin embargo, aún persisten mitos y desafíos en su identificación y abordaje.
“Las altas capacidades no siempre se reflejan en un desempeño académico alto”, explicó Silvana, especialista en el tema. “A lo largo de la historia, estas habilidades han sido asociadas erróneamente a la genialidad o la locura, a niños sobreestimulados, o incluso a una supuesta inmunidad frente a problemas emocionales. Estos prejuicios dificultan el reconocimiento temprano de sus necesidades”.
Derribando mitos
Uno de los principales estigmas asociados a las altas capacidades es la creencia de que solo una élite puede poseerlas. Sin embargo, estudios recientes estiman que aproximadamente un 15% de la población podría tener estas habilidades, aunque la mayoría no está identificada. “Esto ocurre porque no hay un diagnóstico médico específico, sino que el proceso parte de la observación, tanto en el ámbito familiar como en el escolar, y de evaluaciones psicológicas o psicopedagógicas realizadas por profesionales capacitados”, detalló Silvana.
La sobreestimulación es otro mito frecuente. “Cuando los padres me consultan, siempre aclaran que no les enseñaron deliberadamente a sus hijos, como si quisieran justificar el aprendizaje autónomo de la lectoescritura que muchos niños presentan desde muy pequeños”, relató. Este aprendizaje natural refleja una neurodiversidad que permite procesar y retener más información que otros niños de su edad.
El rol de los docentes y la importancia del entorno
El papel de los docentes es fundamental en la identificación y acompañamiento de los niños y niñas con altas capacidades. “Los maestros suelen ser los primeros en notar intereses y comportamientos que no son propios de la edad”, aseguró la especialista. Sin embargo, muchas veces no cuentan con herramientas suficientes para adaptar el proceso educativo a las necesidades de estos estudiantes, lo que puede derivar en aburrimiento o problemas de conducta.
Silvana remarcó que el trabajo interdisciplinario es clave: “Hace tres años atendí a un niño que consideré podía tener altas capacidades, pero no tenía la formación adecuada para diagnosticarlo. Eso me llevó a capacitarme, porque esta evaluación trasciende los test de inteligencia tradicionales y requiere una visión integral del perfil del niño”.
El camino hacia el reconocimiento y el apoyo
Para las familias que sospechan que sus hijos pueden tener altas capacidades, Silvana recomienda buscar profesionales formados en este ámbito. “Es crucial empezar por entrevistas profundas con los padres, evaluaciones psicológicas y psicopedagógicas, y, sobre todo, trabajar en conjunto con los docentes para construir un entorno que fomente el desarrollo de su potencial”.
La identificación de las altas capacidades no solo permite optimizar el aprendizaje de los niños, sino también prevenir problemas asociados al aburrimiento, la falta de motivación o diagnósticos erróneos, como confundirlas con trastornos de atención o Asperger.
“Es momento de desmitificar las altas capacidades y comprender que estos niños necesitan acompañamiento y un ambiente que potencie su crecimiento, tanto en el ámbito escolar como familiar. Solo así podrán transformar su potencial en logros reales”, concluyó Silvana.
Características claves
Según Nagel, para identificar a un niño con altas capacidades, es fundamental conocer las señales que suelen manifestar desde edades tempranas. Algunas de las características más comunes incluyen:
• Nivel de alerta inusual: desde muy pequeños, estos niños muestran una atención profunda y sostenida ante estímulos variados.
• Aprendizaje autónomo: es frecuente que aprendan a leer y escribir de manera fluida antes de iniciar la escolaridad formal.
• Amplitud de vocabulario: utilizan términos complejos e inusuales para su edad de forma correcta.
• Curiosidad intensa: preguntan constantemente sobre temas trascendentales y tienen intereses profundos, como astronomía o dinosaurios, que investigan exhaustivamente hasta satisfacer su curiosidad.
• Sobreexcitabilidad: pueden mostrar un exceso de energía verbal, psicomotora o imaginativa.
“Una mamá me contó que su hijo, a las seis de la mañana, estaba preguntándole sobre la muerte”, recordó Silvana, ilustrando la intensidad emocional y cognitiva que estos niños pueden experimentar.