La drástica pérdida de poder adquisitivo de los jubilados en los últimos ocho años fue materia de un estudio divulgado en las últimas horas y donde se deja a las claras que en ese tiempo la jubilación mínima de ANSeS pasó de alcanzar casi para completar dos canastas básicas de la tercera edad, a una situación actual donde sirve para cubrir apenas poco más de la mitad de las necesidades básicas.
En abril de 2016, la jubilación mínima representaba 1,8 veces la canasta básica de un adulto mayor, lo que indicaba que los ingresos de los jubilados eran más que suficientes para cubrir todas sus necesidades básicas, alejando a esta población de la línea general de pobreza. Sin embargo, en febrero de 2024 se llegó a un mínimo de 0,6 canastas básicas, coincidiendo con la jubilación más baja en los últimos 15 años. Es decir, que los adultos mayores que perciben la jubilación mínima se encuentran muy por debajo de la línea de pobreza.
De hecho, en esos 15 años, que abarcan los últimos cinco gobiernos nacionales, la caída conjunta del poder adquisitivo de los jubilados ronda el 34%, de acuerdo al informe elaborado por la Fundación Éforo.
Claro que hablamos de jubilaciones mínimas, no de las de privilegio que, como su propio nombre indica, son para unos pocos “elegidos” y superan con mucho no solo el haber promedio de cualquier trabajador activo o pasivo, sino cualquier canasta de necesidades que se pueda imaginar.
Que esta siga siendo una realidad inquebrantable en la Argentina, y la hayan ido profundizando gobernantes de todo signo político e ideológico, revela una falta de compromiso de toda la clase política -en el mejor de los casos- con el eslabón más débil del sistema productivo y previsional: aquellos que durante décadas aportaron para sostenerlo, pero ahora solo reciben migajas. ¿Hasta cuándo habrá que esperar para que los jubilados de este país puedan vivir dignamente?