La mirada del otro nos guste o no, tiene un efecto fuerte en nosotros. A veces escuchamos decir “a mi no me importa lo que digan los demás” y realmente creemos que es así, pero cuando recibimos un halago nos llena de alegría.
Asimismo, cuando recibimos palabras hirientes, sin motivo, nos lastiman mucho, aunque intentemos que no nos afectan, nos causan dolor. Somos seres sociales, vivimos en un entorno y estamos en permanente exposición entonces, ¿cómo tomar la mirada del otro?
Si se trata de una mirada amorosa con comentarios constructivos o que nos hacen un halago; la actitud a tomar es recibirlos con gratitud y humildad, respondiendo enseguida a la persona que nos regaló su tiempo y sus palabras de aliento. Pero el secreto es no depender de estos comentarios, no caer en la necesidad constante de estar recibiendo elogios para seguir adelante.
En cambio, si lo que recibimos son palabras hirientes sobre nosotros o lo que hacemos, esto requiere un trabajo mayor. El primer esfuerzo es contenernos para no responder y mucho menos ofender o herir como nos hirieron.
Lo segundo y más difícil, es tomar esta experiencia como una oportunidad de aprendizaje y descubrir que vino a enseñarnos este momento amargo.
Para descubrir ese regalo escondido, lo mejor son las preguntas que nos hagamos: ¿Qué de lo que dije o escribí pudo resultar ofensivo? Esto a veces no podemos tener respuesta, pero si la tenemos, ya nos sirve para corregir futuras ocasiones.
Y la otra pregunta es: ¿Qué de toda esta situación me genera más angustia o dolor? ¿es la sensación de no poder defenderme? ¿es que lo otros crean esa mentira? Estas respuestas están en nuestro interior y reflejan nuestros verdaderos temores, nuestras heridas del pasado.
Al detectar qué es lo que más nos afecta, podremos encontrar una estrategia que nos devuelva la tranquilidad y nos de herramientas para afrontar esta situación.
Como afirma Anxo Perez: “Si alguien te insulta, el responsable del 100% del insulto es él. Pero el responsable del 100% de tu perturbación eres tú”.
Natalia Moyano
Contadora con
corazón de escritora
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