La industria manufacturera y la construcción, dos de los pilares de la economía y el empleo argentino, volvieron a darle un baño de realidad al Gobierno al cierre de un año que se anuncia oficialmente como el del “rebote”.
La crisis que atraviesa el país desde hace varios años y que se acentuó con la puesta en práctica de un plan de ajuste que pagamos casi todos, menos la casta, encontró su piso y eso, aunque suene antipático, es algo para valorar. Haber encontrado el peldaño desde el cual imaginar un repunte es todo un hito en un país que vive desde hace varios lustros de relato en relato.
Por eso es necesario descartar el exitismo desmedido en el que cayó el Gobierno desde hace algunos meses, cuando comenzó a hablar de “rebote” mientras, una y otra vez, el INDEC y otros organismos le devolvían índices heterogéneos que medían bien un mes y mal al siguiente.
El rebote será cuando al menos tres cuartos de los rubros que miden la actividad económica arrojen tres meses consecutivos de crecimiento. Solo entonces podremos hablar de desarrollo y avance. Mientras las mediciones digan lo contrario, como los casos de la industria, la construcción, el consumo y otros, solo cabe referirse al piso de la crisis… que no es poco.