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La Escuela de Educación Técnica Profesional (EPET) 39 se convirtió en escenario de una experiencia transformadora gracias al proyecto final de los estudiantes de 4to y 5to año, quienes transformaron un aula tradicional en un espacio disruptivo y funcional.
El proyecto no solo integró diversas materias técnicas, sino que también demostró la capacidad de innovación y compromiso de los jóvenes, quienes lograron el objetivo en tan solo un mes.
“El proyecto fue idea de los chicos y comenzó hace aproximadamente un mes, buscando integrar varias materias al tratarse de una escuela técnica. Se incluyeron carpintería, herrería, soldadura, instalaciones eléctricas, diseño, dibujo técnico, matemática y física”, explicó Sergio Vallejos, director del establecimiento, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
Lo que inició como un proyecto en la materia de Taller, pronto se convirtió en un esfuerzo colectivo. “Los demás espacios se fueron sumando poco a poco, llegó el punto en que todos los profesores estuvieron involucrados y la gran mayoría relacionaba su materia con el proyecto dando lugar a una vinculación académica directa”, destacó Vallejos.
“Desde matemática, por ejemplo, se les pidió el cálculo de todas las superficies de cortes para armar la barra, la superficie total para el cálculo de la pintura del curso y así muchos ejercicios más en esa misma línea. Desde la parte de electrotecnia, se les pidió el cálculo de potencia, desde la parte de instalaciones eléctricas, se les pidió cómputo de materiales, planos. De la parte de diseño se les pidió el diseño de los muebles que hicieron y así fueron relacionando todas las materias con el proyecto integrador que movilizó muchísimo a los estudiantes”, detalló.
Materiales reciclados
Con recursos limitados, el reciclaje fue clave para materializar las ideas. Los estudiantes idearon el aula con la estética de un pub, pensando en un espacio que estimule el aprendizaje a través de un entorno cómodo y moderno.
“Como no teníamos recursos para la compra de los materiales, se empezó a reciclar todo lo que se podía”, compartió Vallejos y describió que “los sillones armaron con mesas de escuelas viejas que estaban archivadas, las reciclaron y tachos de 200 litros. Los sillones individuales son sillas viejas que repararon, juntaron la parte de debajo de una silla y la montaron sobre otra para que quede un poco más alto y después las cubrieron con placas de madera”, comentó el director.
“Los taburetes son un diseño en donde todo el peso está suspendido sobre cadenas, lo cual lo vuelve muy cómodo. El diseño de la barra fue un diseño exclusivo de ellos, en donde el profesor esté ‘sirviendo conocimiento’. Los alumnos van a poder estar sentados en los taburetes muy cerca del profesor con sus carpetas o computadoras; y al lado del profesor hay una pizarra grande”, especificó.
El aula cuenta con tecnología avanzada: un monitor Smart de 65 pulgadas conectado a la computadora del profesor, wifi propio, antena satelital de TV digital abierta y un sistema de sonido ambiental con parlantes bluetooth. “También añadieron una heladera exclusiva para los chicos. Quedó un espacio hermoso, cómodo para estudiar y relajarse”, agregó Vallejos.
El trabajo en equipo fue ejemplar: en total se trató de 30 estudiantes de 4to y 5to año, quienes participaron activamente, y hacia el final se sumaron cinco alumnos de segundo año para cumplir con el plazo. “Trabajaron sin descanso, incluso sábados, domingos y feriados. Era increíble ver cómo se motivaban solos, con lluvia o con sol”, recordó Vallejos. El resultado final estuvo listo el 3 de diciembre, un día antes del plazo fijado.
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