El vértigo que significó el año que va cerrando para los argentinos en general encuentra a la mayoría con profundos agotamientos. No es para menos, pasó un año de esfuerzos en todo sentido, un año del que muy pocos saldrán tal y como habían comenzado.
Con todo, la maquinaria que da fuerza a lo peor de la práctica política lejos está de tomarse un descanso. Todo lo contrario, exhibe como siempre la energía dedicada a las conveniencias de ciertos sectores.
El Congreso, por caso, abre y cierra sus actividades según convenga al poder. El Senado volverá a abrir sus puertas luego de semanas de intensa inactividad para tratar el caso del senador entrerriano al que detuvieron flojo de papeles y fuerte de ganancias en Paraguay.
La pertenencia del legislador del que nadie quiere hacerse cargo, al menos públicamente, ocupó buena parte de la semana y las dos antípodas de la política partidaria actual hicieron lo imposible por sacudirse las migas de inmoralidad que presenta el caso. Sin embargo, la expulsión que impulsa el kirchnerismo sobre su excolega colisiona con los intereses del oficialismo que encontró en el legislador un aliado táctico para aprobar sus leyes. Lejos de convocar a una sesión de lavado de imagen en el que se ventile la relación del senador con el Gobierno nacional, LLA ideó un plan y pidió incorporar la suspensión del cristinista Oscar Parrilli, otro funcionario con fojas acusatorias en el Poder Judicial.
Así las cosas, será un verdadero “show” lo que suceda hoy en la Cámara alta de la Nación. Prestar quorum para uno u otro bloque representa favorecer al otro en detrimento de los propios intereses.
Sin embargo, el buen andar de la economía más allá del millón de pesos que cuesta la Canasta Básica Total podría ser el bálsamo que necesita la política (de ambos sectores) para tapar todo y que la honorabilidad del cuerpo legislativo siga sin manchas (?).