
Se conoció ayer que hallaron dos vainas que corresponden a un arma calibre 9 milímetros, similar a la que utilizan en la Policía de Misiones, en el lugar donde asesinaron al cabo primero Mauricio Miñarro. Un dato no menor es que podría tratarse de la propia pistola Bersa Thunder que figura en el listado de las armas faltantes y que sería la de la víctima.
Mientras, familiares del suboficial aguardan con cautela el avance de la investigación de la jueza de Instrucción 1 de esta ciudad, María Laura Rodriguez, no aceptó el pedido de la cúpula policial para detener al ex titular del destacamento, Ricardo Arrúa. Este fue el último en estar con la víctima en la noche del crimen y era el responsable del manejo de las armas envueltas en numerosas irregularidades, como por ejemplo, el faltante de un inventario actualizado.
Justamente ese y otros datos que se preservan, pueden hacer que la jueza hasta sea recusada de la investigación. Su familia, desde un principio, negó un ajuste de cuentas o que estuviera involucrado en “cosas raras”.
La causa por el momento no tiene sospechosos ni detenidos y es lo que genera incertidumbre.
Hasta anoche no había elementos como para pensar que alguien del entorno laboral de Miñarro estuviera involucrado, pero todo cambió a partir del informe de Asuntos Internos y el equipo de Criminalística de la Policía de Misiones, con el hallazgo de las vainas en el lugar que permanece cerrado por las investigaciones.
Además del pase a disponibilidad del exjefe de la División Infantería, también hay otros dos compañeros sumariados internamente, en función a que debían estar de guardia con la víctima, y por cuestiones desconocidas, uno estaba en su casa y el restante cumpliendo servicio adicional.
Varias dependencias policiales de la provincia quedarían al margen de la investigación, si es que se da intervención a fuerzas federales y a un equipo especial de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (SAIC), enviado por el procurador General de la provincia, Carlos Giménez, que comenzó a involucrarse en el caso.
De esta manera, se descartó por completo la participación de un grupo comando de Paraguay o Brasil y él o los autores serían más cercanos que lo imaginado. Es que resulta difícil pensar que un grupo delictivo de esas características hayan usado el armar del mismo policía en el momento que lo sorprendieron en las instalaciones del destacamento.
Con este hallazgo, también se diluye cada vez más la hipótesis de la jueza Rodriguez, respecto del intento de robo de una avioneta como móvil del homicidio.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, uno de sus hermanos dejó sensaciones y lo que esperan. “Hay mucha gente que lo quería, toda la provincia tiene que saber eso. Él era un hombre honesto y amaba su trabajo”, dijo.
“Dejaron a una niña de 10 años sin su padre, esperemos que su muerte no sea en vano. La verdad se tiene que saber y habrá justicia”, agregó.
Casi toda su familia está radicada en colonia Yacutinga, en Gobernador Roca, donde le dieron el último adiós. Justamente allí se conoció el malestar con quien era jefe de aquella división, el subcomisario Arrúa, hoy ya apartado de la fuerza. A tal punto que lo habrían echado del velatorio de Miñarro.
La calma habría vuelto después que el jefe de la Policía, Sandro Martínez, informó que Arrúa fue separado de la fuerza de seguridad.
La hipótesis que cobró mayor fuerza en las últimas horas es que lo ejecutaron con su propia pistola y para despistar se llevaron otras de la repartición.
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