Fue el 4 de enero del año pasado, cuando la sociedad misionera vivía con gran conmoción la noticia del fallecimiento del actor y comediante Fernando Raúl Rosa, a la edad de 41 años. Una figura de la cultura local quien además fue licenciado en comunicación social y subsecretario de Discapacidad del Ministerio de Desarrollo Social provincial, que inmortalizó al personaje de “Rulo Espínola, Ejecutivo de Frontera” cuya figura concentraba la idiosincrasia regional en un monólogo divertido y ameno.
Hijo del reconocido director de teatro Buki Rosa y María Celeste Benítez, quien se ganó el cariño del público en distintos escenario a tal punto que en 2015 fue galardonado con “Premio Revelación” del Festival Nacional de la Música del Litoral.
También vale recordar que el 3 de octubre del 2024, el Centro Artístico Mandové Pedrozo, de Posadas, espacio que lo vio nacer artísticamente le brindó un emotivo homenaje, bautizando el escenario con su nombre.
De chico, Fernando quería ser muchas cosas: bombero, policía y también médico. “En realidad no era consciente de lo que quería”. Pero, lo que nunca imaginó es que de grande sería un gran humorista.
Creció jugando entre las butacas y los telones de los teatros más conocidos de Posadas. Su padre, Buki Rosa siempre lo llevaba a los ensayos y a las obras “porque no tenía dónde dejarme”, recordó Fernando, entre risas, en una charla con PRIMERA EDICIÓN allá por noviembre del 2019. Y así fue ingresando “inconscientemente a este mundo que va de la mano de papá, desde siempre”.
El humor estuvo en Fernando desde muy chiquito. “Tuve una infancia difícil, nací con un problema físico, una patología que me llevó a pasar por trece cirugías para que hoy pueda estar parado y pueda caminar”, había afirmado. “No apoyaba los talones, me tuvieron que hacer operaciones correctivas. Y eso me llevó a estar en lugares donde necesariamente el humor tiene que entrar, sino se hace muy difícil y reírte de vos mismos hace que las cosas se vean menos complicadas”.
También había contado que en su infancia “la palabra bullying no existía. Pero, los chicos no lo hacen de malos, ellos preguntan y se ríen por como uno camina. Y ahí tenés dos posibilidades; te quedás en el lugar de la víctima o te reís de vos mismo. Y al reírte desactivás al otro, porque se da cuenta que ya no te molesta” había expresado en su momento.
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