Raúl Miñarro, hermano del suboficial asesinado en la guardia de la División Infantería de la UR-III de esta ciudad, habló en representación de la familia y dijo que aguardan con cautela el avance de la investigación de la jueza que lleva adelante la causa aunque no ven por ahora mayores avances.
“Hay mucha gente que lo quería, toda la provincia tiene que saber eso. Él era un hombre honesto y amaba su trabajo. Dejaron a una niña de 10 años sin su padre, solo esperemos que su muerte no sea en vano. La verdad se tiene que saber y habrá justicia”, agregó.
Casi toda su familia está radicada en Colonia Yacutinga en Gobernador Roca y en dicha zona le dieron el último adiós.
Compañeros, amigos y familiares lo despidieron días atrás con la música que identifica a los infantes (integrantes del grupo de Infantería) dentro de la Policía.
“No nos dijeron mucho de la autopsia y cómo van las pericias por ahora. Esperamos que cuando hoy asuma o se presente nuestro abogado, tengamos acceso al expediente”, confirmó Raúl.
Pese a que aún no se oficializó una sola hipótesis del móvil del crimen, se tejieron algunas versiones que desagradaron a la familia del uniformado de 33 años.
En este contexto, Raúl dijo que la familia niega un supuesto ajuste de cuentas o que estuviera involucrado en “cosas raras”.
Muchos de sus integrantes pertenecen a fuerzas de seguridad y consideran que la vocación viene de familia y ahora, después de darle el último adiós, solo esperan justicia.
Miñarro cumplía justamente funciones en la División Infantería de Eldorado hace seis meses y el interrogante de qué ocurrió realmente hasta ahora sigue siendo un misterio.
Si bien la propia jueza que investiga la causa dijo que una de las hipótesis más fuertes es el intento de robo, ya sea de avionetas del hangar lindante o las armas, no descarta ninguna otra posibilidad.
La causa por el momento no tiene sospechosos ni detenidos. Si bien no se descarta el “entorno laboral” ya que trascendieron elementos que podrían involucrar a alguno de sus compañeros, más allá del pase a disponibilidad del subcomisario Arrúa quien era el jefe del destacamento y el sumario interno a dos camaradas por no estar en la guardia con la víctima aquel día, no hubo mucho más.
La semana pasada se confirmó que en el lugar del hecho hallaron dos casquillos 9 milímetros que serán peritados para determinar si salieron del arma reglamentaria del policía, y que el faltante de otras ocho armas en la división, pudo ser para despistar o también que lo mataron porque descubrió justamente la sustracción de aquellas armas.
El caso específicamente tiene contexto complicado porque con la noticia de la muerte del suboficial, aparecieron interrogantes o supuestas irregularidades que la Policía investiga de manera interna.
Por ejemplo, porqué estaba solo y de civil cuando debían estar como mínimo dos camaradas más con él, porqué nadie oyó los disparos o advirtió movimientos extraños el día que lo hallaron sin vida.
El faltante de las mencionadas armas de fuego no es un dato menor y desde la propia policía dieron a conocer el listado. Dos fusiles automáticos livianos (FAL), cuatro escopetas y dos MK3 además de una pistola 9 milímetros que le pertenecería al efectivo.
Lo cierto es que tampoco se sabe o se confirmó hasta el momento, si las robaron ese día o cuándo. La autopsia confirmó en su momento un solo tiro en el pecho, pero lo llamativo si se quiere seguir la línea de un supuesto robo, es que no había desorden en el lugar.
Fuentes consultadas, indicaron que será clave la ronda de testimoniales de personas que lo vieron por última vez con vida o personas que trabajaban y vivían cerca del Aeroclub donde estaba instalada la sede policial.