Lucas Vogel, docente misionero, oriundo de Oberá, es uno de los 50 finalistas del Global Teacher Prize, conocido como el “Nobel de la Educación”. Este premio, organizado por la Fundación Varkey en colaboración con la UNESCO, destaca a docentes que han hecho aportes excepcionales a la profesión. Junto a Vogel, Karina Sarro, de Buenos Aires, son los únicos dos argentinos finalistas seleccionados entre más de 5.000 postulaciones de 89 países.
Ambos competirán por un millón de dólares que será otorgado en febrero durante la Cumbre de Gobierno del Mundo en Dubái. Antes, se anunciarán los 10 finalistas a finales de este mes.
En una entrevista exclusiva con PRIMERA EDICIÓN, Lucas compartió cómo fue el proceso que lo llevó a este logro:
“Se me ocurrió postularme como una forma de dar a conocer las actividades que hago en los diferentes espacios educativos que tránsito, el trabajo con los estudiantes, no más que eso. La postulación fue en diciembre del 2024. A los 15 días me llamaron para coordinar una entrevista con gente de la fundación y con los profesionales que evalúan”.
“Me acuerdo que el sábado a la tarde, cuando recibo un mail de la fundación, que estaba todo en inglés porque la fundación tiene su casa central en Londres, empiezo a intentar traducir más con los nervios y todo y, de repente me entero que estaba entre los 50 elegidos del mundo. Fue algo increíble”, expresó.
Un camino lleno de desafíos
Con un título en Educación Técnica y una Licenciatura en Educación enfocada en estudios sociales, Vogel dedicó más de 17 años de sus 44 a enseñar en las comunidades de Oberá y Campo Grande. Sin embargo, el trayecto hacia la docencia no fue directo para Lucas, quien comenzó su carrera ayudando a compañeros con clases de matemáticas.
“Yo estudié Ingeniería o empecé a estudiar Ingeniería y me iba bien con las matemáticas, me resultaba fácil, entonces ayudaba a otros compañeros con clases de apoyo. A partir de ahí me invitaron a la escuela de comercio de acá de Oberá porque necesitaban profesores de matemáticas para algunos cursos que se iban abriendo. Fue así como llegué al aula”, comenzó relatando Lucas.
“A partir de ahí, trabajé en el comercio y después trabajé también en el Instituto Belén de Campo Grande. Pero debido a mi situación económica o las pocas horas que tenía, comencé a trabajar de cualquier otra cosa después. Estuve en un kiosco, trabajé con aires acondicionados, instalaciones eléctricas. Al tiempo, un par de años más tarde me ofrecieron otra vez volver al colegio con más horas donde podía ser más rentable”, recordó Vogel.
“Y ahí decidí estudiar el profesorado Educación Técnica en el Instituto Saavedra, que era como el complemento que yo necesitaba. Ahí me di cuenta que la educación tenía unas bases y tenía una cantidad de información y autores que ya estaban investigando sobre lo que más tarde aplicaría en mis proyectos que realmente me volaron la cabeza y empecé a estudiar más y más e intentar aplicar todo eso adentro de las clases en sí”, compartió.
Al finalizar el profesorado, Vogel continuó con la Licenciatura en Educación en la Universidad Nacional de Quilmes.
De acuerdo al docente galardonado, luego de ello “todo era pensar en proyectos o pensar en ideas o pensar en una educación basada en evidencia. Ahí fue que surgió la idea del proyecto educativo en el Centro de Día de Oberá para personas con discapacidad mayores de 14 años”.
El espacio STEAM: un cambio de paradigma
Este espacio, que lleva de nombre las siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática, se convirtió en un motor de cambio para las personas que asisten.
“Este espacio STEAM viene de una idea, de un método educativo que se llama justamente STEAM, que consiste o se basa en presentar o pensar una idea atravesada por estas áreas (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática) y a partir de allí poder llevar adelante un proyecto concreto diseñado desde una educación basada en evidencias”, explicó Vogel.
“Planteamos temas específicos en el marco del Día del Medio Ambiente o el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Van desde modelos de purificación de agua, a la creación de una pierna ortopédica con materiales reciclados. El año pasado hicimos un proyecto sobre el ciclo del agua, con maquetas y experimentos, donde ellos explicaban a sus familias y docentes”, agregó.
Este proyecto se lleva adelante tanto en el Centro de Día, dependiente de la Municipalidad de Oberá en donde Lucas trabaja con estudiantes con distintas discapacidades, y en el Hogar de Día, dependiente del Ministerio de Prevención de Adicciones y Control de Drogas de la provincia.
El impacto en los estudiantes y la comunidad
Además de los establecimientos mencionados anteriormente, Lucas continúa su labor docente en el Instituto Superior Belén de Campo Grande.
Más allá de la dinámica de cada lugar, Lucas compartió su profundo compromiso con la educación.
“Hoy lo que significa la educación para mí es poder mostrarles a otras personas que se pueden hacer cambios y que se pueden hacer cosas diferentes. A partir de eso, creo que la educación tiene que ser integral. La educación es intentar que otros puedan hacer lo que yo estoy intentando hacer acá, y que se pueda replicar en otro lado, puede ser en un jardín, en una primaria, en una secundaria, en un grupo de barrio, apoyado siempre en una educación basada en evidencia”, remarcó.
“Para mí la educación es poder aportar a que las cosas estén mejor, intentar aportar este granito de arena para que la educación en el mundo sea mejor, es por eso que siento que con todo lo que pasó hasta acá en algún punto ya estoy ganando”, añadió.
Un futuro con más educación y oportunidades
Si gana el premio, Lucas tiene claras sus prioridades:
“Lo primero sería invertir en capacitación docente, tanto para mí como para otros, para que puedan replicar esto en otras provincias o países. También pensar en materiales didácticos o adaptados, que muchas veces inventamos, pero que sería ideal tener. Incluso pienso en un instituto superior, una carrera superior para personas con discapacidad, para que puedan acceder a una mejor calidad de vida”, reveló.
A pesar de la expectativa, él ya siente que es un triunfo: “Ya gané mucho. Estar en contacto con otros docentes de América Latina y del mundo, compartir experiencias, aprender de ellos… eso es invaluable”, concluyó.
A finales de este mes se dará a conocer la lista definitiva de los últimos 10 finalistas del certamen, y los días 11, 12 y 13 de febrero se elegirá al ganador en el Congreso de Educación que tendrá lugar en Dubái. Este evento incluirá talleres y otras actividades relacionadas con la educación.
Cabe destacar que, aunque solo habrá un ganador, los 10 primeros finalistas serán reconocidos por sus destacadas trayectorias como docentes. Cabe destacar que, dentro de los 50 seleccionados, hay 11 profesores latinoamericanos en esta etapa del certamen, quienes ya están en contacto a través de un grupo de WhatsApp para compartir experiencias y fortalecer vínculos. Esta noticia fue recibida con gran entusiasmo por los participantes.