Se dice que San Francisco de Sales escribía de día hojas clandestinas y las metía por debajo de las puertas de noche. Por esa razón, en España es el Patrono de los Periodistas y en Francia lo sitúan entre sus clásicos de la literatura.
Nacido el 21 de agosto de 1567 en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales y en el seno de una familia “exquisita”, lo llevaron a estudiar a la Universidad de París y luego a Padua (Italia).
Fue canónigo de Annecy, obispo de Ginebra (Suiza), apóstol de la región de Chablais y líder de debates con los protestantes.
“¿No es una barbaridad -decía él- querer desterrar la vida devota del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos, del palacio de los príncipes, del hogar de los casados?”.
Supo tratar con San Vicente de Paul y trabó amistad con Juana Chantal, con la que fundó la Orden de la Visitación.
Entre sus virtudes se suele mencionar la dulzura, a pesar de que en su juventud tenía muy mal genio. Y aquí cuenta la historiografía católica que al hacerle la autopsia, tras su muerte en 1622, le encontraron su hígado endurecido como una piedra.
Esto lo explica la Iglesia por la enorme violencia que tuvo que hacerse este hombre de fuerte carácter para convertirse en amable, delicado y bondadoso en el trato.