La llegada de DeepSeek, conocido como el “Chat GPT chino”, sacudió el mercado internacional de inteligencia artificial, generando desconfianza en Silicon Valley. Desde su lanzamiento, este modelo revolucionó el sector con su código abierto y bajos costos de desarrollo, posicionándose rápidamente como líder en descargas.
Sin embargo, su éxito ha venido acompañado de controversias y desafíos. DeepSeek fue víctima de ciberataques que han provocado un “apagón parcial” en sus servicios. Aunque la compañía no ha revelado detalles sobre el origen de los ataques, estos incidentes han generado preocupación internacional.
Por su parte, la Casa Blanca anunció que está investigando las posibles implicaciones de seguridad que representa esta tecnología china, subrayando la desconfianza hacia su rápido crecimiento.
La competencia también se intensifica con la entrada de nuevos jugadores. Este miércoles, Alibaba presentó su modelo Qwen2.5-Max, asegurando que supera “casi totalmente” a DeepSeek y otros grandes competidores como GPT-4 de OpenAI y Llama-3.1 de Meta. Este lanzamiento refuerza la rivalidad en el mercado global de IA.
Asimismo, DeepSeek enfrenta acusaciones por parte de OpenAI, que sospecha que la empresa china utilizó modelos patentados para entrenar su propia IA. Si se confirma esta práctica, conocida como “destilación”, podría tratarse de una violación a los términos de servicio y la propiedad intelectual de OpenAI, lo que añade tensión a la competencia.
Mientras tanto, los medios chinos celebran el éxito de DeepSeek, destacando sus servicios frente a sus rivales estadounidenses. Sin embargo, también se critica su carga censora al evitar temas sensibles en China, como la Masacre de Tiananmen o cuestiones relacionadas con el presidente Xi Jinping.
En este contexto, DeepSeek se encuentra en el centro del debate global sobre inteligencia artificial. Su impacto ha sido disruptivo, pero también ha puesto en evidencia los riesgos asociados a la ciberseguridad y las tensiones entre las grandes potencias tecnológicas del mundo.
Fuente: Clarín