El 2 de febrero de 2020, se confirmaba en Filipinas la primera muerte fuera de China causada por el nuevo coronavirus SARS CoV-2, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se trató, no obstante, de un hombre de origen chino, de 44 años, quien sería nativo de Wuhan y que habría sido contaminado antes de llegar a Filipinas junto a una mujer de 38 años, también infectada.
Es decir, que no se trató de un contagio ocurrido fuera del país, sino producido en el epicentro mismo de la epidemia, según se encargaron de aclarar las autoridades sanitarias.
Por ello, desde Filipinas anunciaron la suspensión de forma inmediata del ingreso al país de personas provenientes de China.
Lo cierto es que, para entonces, la cifra total de personas fallecidas era de 360 y de 16.480 la cantidad de pacientes afectados desde el comienzo de lo que todavía se consideraba un “brote”.
Paralelamente, ese mismo día China terminaba de construir en tiempo récord (10 días) en Wuhan un hospital con capacidad para atender a unos 1.000 pacientes afectados por el coronavirus.
Hasta el 3 de octubre de 2023 ,día en que la Universidad Johns Hopkins dejó de contabilizar, el SARS CoV-2 se había cobrado la vida de 6.881.955 personas y se habían registrado en el mundo 676.609.955 casos.