Aunque a miles de kilómetros de distancia, el imparable incendio en la localidad rionegrina de El Bolsón, que anoche ya había consumido más de 2.500 hectáreas y seguía “fuera de control” según reconocían las autoridades, constituye un nuevo llamado de atención para Misiones y Corrientes, una región que vivió momentos de zozobra por similares motivos durante los últimos veranos.
Después de varios meses de “tregua” a causa de las intensas y frecuentes lluvias provocadas por el fenómeno “El Niño” durante 2024, la alerta en nuestro litoral se actualizó en las últimas semanas producto de las escasas precipitaciones registradas en enero (muy por debajo de lo habitual en estas fechas) y las previsiones de continuidad de la sequía para el futuro inmediato, sumado a las altas temperaturas reinantes por estos días en la región.
En ese contexto, crece el riesgo de incendios en Misiones, que actualmente está catalogado por el Gobierno como “alto” en toda la provincia, pero que podría pasar en pocas horas a ser “extremo” en algunas zonas por las condiciones meteorológicas mencionadas.
Por ello, cabe insistir una vez más en la necesidad de que toda la población tome conciencia y no realice prácticas que puedan dar pie a desastres ambientales como los que ya vivimos y algunos todavía recuerdan vívidamente por lo sufrido en primera persona.
Hay que insistir en que la quema de pastizales, basura y otros, en patios, campos o al aire libre, sigue prohibida: hoy por hoy constituye un peligro innecesario y conviene esperar a que las condiciones sean más propicias.
Por más que las autoridades se involucren y pongan todo de su parte en esta lucha, en manos de todos está que no se repitan escenas dantescas como las del Sur del país -o como las de nuestra misma región hace dos y tres años, sin ir más lejos- y no haya que lamentar daños humanos, materiales ni ambientales evitables.