Y después del miedo y la turbulencia, la paz.
La paz que viene después de atravesar la agitación.
La paz que viene de conquistarse.
La paz que viene cuando se borran las imágenes del pasado porque puedo verme en el presente.
La paz que acontece cuando asumo un futuro incierto.
Incierto porque está sin construir.
Incierto porque es lo nuevo, lo desconocido, lo no habitado, lo que viene.
La paz tan anhelada es esa pausa.
El espacio entre la inhalación y la exhalación.
El interludio, el centro vacío.
Vacío completo, vacío a conquistar, a diagramar, a soñar a vivir.
Vacío pero lleno, lleno de posibilidades a elegir y cocrear.
Cocrear y comprometerme.
Comprometerme con mi vida, mi aprendizaje, mis sueños, mis realidades.
Realidades a construir.
Realidades a experimentar. ¡Sí a todo!
Sí a lo que fue y ahora buceando en la inmensidad de mi interior, hago un espacio a la creación de mi propia existencia en la cual, me reconozco como co creadora de un mundo y un universo propio, siempre alineado con las leyes universales del amor, donde solo nos podemos encontrar con un otro si soportamos descubrirnos no completos y le permitimos a un otro entrar en esa imperfección con su propia imperfección para poder crear algo superador. Algo mayor.
Y así relacionándonos con un otro a través de nuestro propio conectar, podemos relacionarnos con un todo donde hay muchos queriendo crecer, evolucionar amar y experimentar en paz.
Sé tu propio Juan Salvador Gaviota, emprende tu vuelo y recuerda que siempre hay otro pájaro similar en busca de lo nuevo.
Esa es nuestra nueva pertenencia. Pertenencia a un mundo ampliado en conciencia. Conciencia de amor, conciencia de unidad, conciencia de paz y de respeto.
Patricia Couceiro
Máster en Constelaciones
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