Durante seis días, Juan Ignacio Acosta de 16 años, dio pelea contra la muerte en el Hospital Ramón Madariaga. Durante la tarde del martes se confirmó su fallecimiento y ayer, mientras su familia, amigos y compañeros de escuela lo despedían, se conoció el adelanto de la autopsia realizada en la Morgue Judicial y solicitada por el juez de Instrucción 3, Fernando Luis Verón: un golpe en la cabeza que le generó un hematoma subdural irreversible.
Con el informe preliminar en manos de la Justicia de Instrucción se aguardarán los próximos pasos que tome el magistrado de turno respecto al origen de la lesión craneal en el estudiante del Instituto San Arnoldo Janssen y deportista que practicaba kickboxing.
Juani Acosta ingresó el miércoles 12 de febrero al Madariaga luego que sus compañeros en el gimnasio de la Asociación Racing Club, avenida Roque Sáenz Peña y calle Entre Ríos, solicitaran asistencia a la comisaría Cuarta y al servicio de emergencias del Madariaga porque el menor habría convulsionado y lo intentaban reanimar con técnicas de RCP.
Lo trasladaron a terapia intensiva del hospital central y desde ese día su cuadro se indicó como grave, principalmente por el derrame cerebral que detectaron los primeros estudios. El martes pasado por la tarde, se confirmó el fallecimiento y se determinó que antes de la entrega del cuerpo a los familiares se realizara la autopsia respectiva. El procedimiento indicó ayer que el óbito de Juan Ignacio Acosta derivó de la lesión en el cráneo.
Amor, es por amor
Ayer, mientras la familia y allegados los despedían en la iglesia San Alberto Magno de esta capital, al menos un centenar de compañeros del instituto politécnico San Arnoldo Janssen sacaron chanchas, tontones, cajitas y redoblantes a la avenida Santa Catalina, frente al centro educativo, y rindieron el homenaje más conmovedor que pudieron.
Tocaron, bailaron y cantaron al ritmo de estudiantina y exclusivamente para “El Juani”. Frente a ellos pasó el cortejo fúnebre con los padres de su compañero y sus restos rumbo al cementerio. Frenaron el tránsito y los progenitores bajaron para abrazarse al momento inolvidable y eterno.