El escándalo que envuelve al “triángulo de hierro” del que emanan las decisiones para millones de argentinos está lejos de disiparse aún. Quizás en unas semanas, con el impulso de los índices de inflación y algunos anuncios rimbombantes más de redes sociales que de aplicación real (Banco Nación, nuevos sistemas para registrar un automotor, cambios en la VTV y otros) se difuminen los efectos de la crisis devenida de la memecoin que promocionó y difundió Javier Milei o, lo que es lo mismo, el Presidente de la República Argentina.
Lo cierto es que desde el estallido del escándalo los integrantes del triángulo se refugiaron en un desacostumbrado silencio. No hubo posteos, conferencias u operativos de afiliación desde entonces, salvo la bochornosa entrevista que dio lugar a nuevas especulaciones y que derivó en la renuncia del encargado de Youtube del canal en cuestión. Sin embargo, lejos está Javier Milei de apagar su histrionismo, solo que ahora elige hacerlo donde más cómodo se siente y para eso qué mejor que Estados Unidos, donde todavía se sienten atraídos por las motosierras y donde la ultraderecha organizó una conferencia para vanagloriarse y convocar a una “guerra”, donde algunos incluso no se sonrojan al realizar saludos nazis.
En ese escenario, en ese contexto, ahí es donde reapareció el Presidente de los argentinos para desatar admiración mientras en su país todavía se miden los alcances de un escándalo que bien podría equipararse a los bolsos de López, Vialidad, Ciccone y otras enormes vergüenzas presidenciales.