Mientras la invasión rusa hace estragos en buena parte de la geografía ucraniana, en el resto del mundo, los inmigrantes, hijos, nietos y bisnietos, resisten pidiendo a Dios protección y buscando fortalecer el riquísimo legado que atesoran, haciendo que los conocimientos se multipliquen, para demostrar que la “Nación Cosaca” está más viva que nunca.
Prueba de ello fue el workshop denominado Narodni 2025, organizado por la Sociedade Ucraniana do Brasil, con sede en Curitiba, que reunió a integrantes de conjuntos de danza de Buenos Aires, Aristóbulo del Valle y del Kolomeia y Zirka, de la Asociación Cultural Ucraniana 27 de Agosto, de Posadas, quienes tomaron clases intensivas sobre bailes de tres regiones etnográficas, música coral e investigaciones sobre folclore.
En estos encuentros, recibieron formación de destacados maestros como Andrey Demeshchuk, exbailarín de la Compañía Nacional de Danzas Virsky y actual director del grupo Kalyna de Kyiv; Valerii Smirnov, del Coro Popular de Volinia; e Irina Kizur, del Coro Folclórico Popular Transcarpatia. También de Natalia Petiy-Potapchuk en la parte coral y sesiones teóricas con Andreiv Choma, llegados desde Ucrania.
De esta experiencia participó el profesor de danzas del ballet Kolomeia, Ulises Casco junto al bailarín Walter Dan Brítez, además de Javier Olivera, Cristian Reineck y Nuria Tolosa, en representación del ballet Zirka.
Experiencia indescriptible
Ulises Casco forma parte del Ballet Kolomeia de la Asociación Cultural Ucraniana “27 de Agosto” desde comienzos de 2008, inicialmente como bailarín. A mediados de 2012, desde el rol de profesor a cargo de la parte artística y, desde 2018, a cargo de la parte de danza del Ballet y teatro “Vesely Chasy” (tiempos felices). A lo largo de su trayectoria, tuvo la oportunidad de representar al cuerpo de danzas en diversos escenarios, incluyendo un viaje a Ucrania en 2013, a fin de realizar presentaciones. Desde 2014, con el aval de la comisión de la Asociación, participó en múltiples workshops que se desarrollaron en Brasil, Buenos Aires y nuevamente en Ucrania, incluyendo el “Virsky Experience” con la Compañía Nacional de Danzas Ucranianas, “con el objetivo de capacitarme y lograr un folclore ucraniano más genuino, aprendiendo directamente de las fuentes”.
Este año un grupo de bailarines y maestros formaron parte del workshop de técnica, pasos típicos e historia de la región de Hutsúlshchina, organizado por el Club Poltava. Y otro grupo, también de la Asociación, participó de “Narodni”, una inmersión en el folclore a través de la danza, el canto y la investigación, organizado por el grupo Barvinok y la Sociedade Ucraniana do Brasil.
“La misión de cada bailarín que asistió al workshop es llevar los conocimientos sobre la cultura ucraniana a cada grupo, a cada ciudad y replicarlos, con mucho orgullo y respeto, tal como hicieron los abuelos que vinieron escapando de la guerra y nos fueron enseñando a mantener las tradiciones”.
Según Casco, las clases se dictaron con traducción y música en vivo, “generando un ambiente de entusiasmo y emoción. La energía de los maestros por transmitir las técnicas correctas y la pasión compartida por más de 60 participantes fue una experiencia indescriptible. Esto nos motiva a volcar esos aprendizajes en nuestros grupos de danza y refuerza el valor de seguir difundiendo la cultura ucraniana, especialmente en tiempos en que Ucrania lucha por su identidad. Mantener vivo el folclore, transmitir la cultura y mostrar que Ucrania sigue más viva que nunca es una forma de resistencia y homenaje a nuestra historia”.
Javier Olivera (26) es integrante del Ballet Kolomeia desde marzo de 2019, gracias a la invitación formulada por unos amigos “que siguen bailando conmigo”. Contó que, en lo personal, “fue un desafío bastante grande porque nunca había bailado danzas ucranianas. Vengo de otro estilo de danza, que es el folclore argentino, que bailo desde los siete años. Pertenecí, además, a un ballet folclórico donde teníamos danza clásica y contemporánea como complemento”.
Quizás fue por eso que cuando ingresó al Kolomeia no tuvo dificultades en el aprendizaje “de pasos nuevos que debía incorporar a mi cuerpo, las secuencias ni las coreografías que en ese momento marcaba Ulises para todos los integrantes”.
Sobre el workshop refirió que “fue enriquecedor, fue una experiencia muy linda, días inolvidables que pude vivenciar como bailarín. Eran jornadas intensas porque teníamos más de siete horas de aulas prácticas todos los días. Pero cuando tenés en frente a profesionales de alto nivel que vinieron de Ucrania a transmitirnos y enseñarnos desde la experiencia, se te olvida el cansancio. La satisfacción que sentís de tenerlos en frente, y después de estos diez días, es enorme, es gigante”.
Olivera agradeció a la comisión directiva de la Asociación “que nos brindó su apoyo incondicional desde un primer momento para poder capacitarnos a fin de seguir creciendo como ballet, en lo artístico y en lo cultural. Fue una experiencia increíble y un sueño cumplido, regresando con muchas ideas, con la cabeza abierta, para programar futuros bailes. El encuentro superó todas mis expectativas”.
María Nuria Tolosa (29), es de Resistencia, Chaco, y hace diez años vino a vivir a Misiones para integrar el Ballet del Parque del Conocimiento, donde es bailarina clásica. Hace ocho años conoció el ballet ucraniano y asegura que “me enamoré de la danza ucraniana, me pareció algo súper lindo, distinto. De a poco, comencé a conocer la cultura y me enamoré aún más”. Fue cuando lo conoció a Cristian. En 2019 se integró al Ballet Kolomeia, donde recibió la propuesta de ser ayudante de los profesores del Ballet Infanto-Juvenil Zirka, por lo que su rol es como bailarina y como profesora.“La danza ucraniana fue lo que salvó mi carrera como bailarina porque fue como reencontrarme con algo que me gusta hacer, que es bailar, volver a disfrutar de la danza porque es muy difícil, con el paso del tiempo, seguir disfrutándola. Conocer la cultura fue algo grandioso, algo totalmente distinto porque en Resistencia no existe eso de mantener una cultura de una manera tan fuerte, de ver a tanta gente moverse con ese fin. Creo que es algo extraordinario”, manifestó.
Cristian Ezequiel Reineck (33), de Leandro N. Alem, pero residente en Posadas desde 2019, se mostró “feliz, contento de haber participado. Me llena el alma y me hace sentir orgulloso de mi familia, todo lo que me inculcaron desde la rama materna, que son descendientes de ucranianos. Durante estos días pensaba en mi abuela… y en mi abuelo, al que no conocí, pero del que me hablaban mucho. Me vinieron a la cabeza muchas cosas de la infancia. Compartir con estas eminencias que con cierta emoción -hubo momentos en los que se quebraban por la situación que vive su país- nos transmitían sus saberes, nos hizo regresar con muchas más ganas de seguir inculcando, enseñando a la sociedad cómo es la cultura ucraniana y lo que siguen padeciendo después de tres años de la invasión rusa”.
Cristian, que es vicepresidente segundo de la Asociación Cultural Ucraniana 27 de Agosto -es presidente Sergio Maksemchuk y vicepresidente, Tatiana Guerrero-, sostuvo que el propósito “es seguir brindando a la comunidad buenos espectáculos, buscando la excelencia, y promoviendo la cultura desde sus raíces”.
En 2013 pudo viajar a Ucrania junto a sus compañeros para conocer la tierra “de nuestros abuelos. Fue revivir lo que experimentamos de chicos en las chacras de Misiones, también lo que aprendimos en la iglesia, con el rito, cosas que se siguen repitiendo a cierta distancia. Observar a gente grande ver que su cultura trascendió fronteras y sigue intacta, nos abrió la cabeza y nos permitió tomar objetivos que en la actualidad. Siempre decimos que fue un viaje único e irrepetible porque Ucrania ya no será la misma”.