La mayoría de los niños (sobre todo los más pequeños) se entusiasma con el retorno a clases, por el reencuentro con sus amigos y compañeros y por volver a un lugar de creatividad. Pero otros sufren por estos días una “fobia escolar”, por tener que desprenderse de sus padres o por la pérdida de la libertad que gozaban en las vacaciones.
Tras el receso estival, el niño se ve involucrado en una situación que abarca a toda la familia, cuando reaparecen las demandas y obligaciones y hay un cambio en el estilo de vida para todo el grupo familiar.
Después de un período de relajación y esparcimiento, comienzan la rutina, los horarios y el cumplimiento de ciertas obligaciones, que en el caso de los pequeños significa la asistencia a clases y el tiempo dedicado al estudio y tareas escolares.
Luego de varios meses sin organigramas fijos, con la única preocupación de pasarla bien, los niños se enfrentan a un nuevo año escolar con otras responsabilidades y en algunos casos con nuevos compañeros. Por eso comenzar el año lectivo implica un desafío.
Algunos, por la resistencia que oponen al cambio, refunfuñan y protestan. Los más impulsivos sienten que se terminó la libertad y tienen que hacer un esfuerzo para adecuarse, hasta que se adaptan al nuevo estado.
Pero otros presentan verdaderas dificultades, les cuesta el desprendimiento de sus padres y de su hogar y presentan alguna inhibición o a veces una “fobia escolar”, es decir, un miedo focalizado.
Ingreso al sistema escolar.
Miedo que se convierte en enfermedad
La fobia o rechazo escolar consiste en la incapacidad parcial o total del niño de acudir al colegio como consecuencia de un miedo irracional a algún aspecto o situación escolar.
Normalmente este tipo de fobia se manifiesta de forma progresiva, aunque en ocasiones puede aparecer de forma brusca, con una negativa rotunda a ir a clase.
Puede ser consecuencia de un temor concreto (a un examen, profesores, bullying, compañeros) o más general: a hacer el ridículo, a las críticas, a la socialización…
Hay ocasiones en las que el niño es capaz de especificar el motivo de la ansiedad que le produce el ir al colegio, pero en otros casos no sabe identificar y concretar el motivo de su angustia.
La cuestión es que para estos niños, el simple hecho de acudir al colegio produce una angustia anticipatoria, que se produce a la mañana justo antes de salir o la tarde anterior. El niño suele manifestar incluso molestias físicas asociadas.
Para detectar si nuestro hijo necesita ayuda psicológica ante el regreso a clases, podemos atender a los siguientes síntomas de fobia escolar:
- Vómitos
- Náuseas
- Mareos
- Dolores abdominales
- Diarrea
- Cefalea
Los síntomas suelen ser más intensos al levantarse, incluso pueden empezar a aparecer la noche antes. Los fines de semana (e incluso los días festivos) suelen mejorar, volviendo a empeorar o aparecer los domingos y días previos a la vuelta a clases.
Se recomienda siempre contactar con un especialista que pueda evaluar y dar un diagnóstico exacto para poder iniciar el tratamiento adecuado.
La primera vez
También está el caso específico de quienes ingresan por primera vez al sistema escolar, que representa esencialmente el final de la etapa de niño-bebé, tanto para el pequeño como para sus padres: el jardín de infantes constituye el primer lugar de alejamiento transitorio del hogar, por lo que se generan ansiedades en unos y otros.
Qué hacer antes y durante la vuelta a clases
Los especialistas apuntan que la buena adaptación escolar se sustenta en la estimulación de la capacidad de espera, la tolerancia a la frustración y la incorporación de límites.
Algunas sugerencias para los padres pueden ser:
- Implementar la rutina de horarios antes de que empiecen las clases
- Involucrar a los chicos en los preparativos: comprar los útiles, ponerles nombre, organizar la mochila, alistar el uniforme o la ropa que lleven…
- Conectarse con los compañeros: armarles una salida, hacer una invitación para jugar…
- Los padres de los chicos que empiezan su primer ciclo lectivo, pueden visitar y recorrer la escuela previamente, para ganar familiaridad y comenzar a sintonizarse emocionalmente.