Por: Heraldo Giordano
Padecía un trastorno poco común. Los médicos del lugar no daban con el diagnóstico para establecer exactamente la causa de su entumecimiento. La enfermedad o transcurso de alguna de raros síntomas, estaría desarrollándose lentamente. Se realizaron numerosas interconsultas con diversos profesionales, sin poder establecer la causa de la rigidez del cuerpo.
Se arriesgaban nombres de patologías poco conocidas, pero sin proporcionar, ni describir con certeza, la dimensión de tal descompensación repentina, seguida de parálisis de todo su cuerpo, desconcertaba a los médicos.
Se encontraba internada en la mejor clínica del lugar, en estado aparentemente vegetativo, su mirada siempre perdida, rara, aunque uno de sus ojos parecía estar alerta, amenazante, por encontrarse ante una incomprensible y apabullante transición.
La perspectiva de su mirada se proyectada hacia el espacio exterior, entre su destino y el firmamento. La ventana siempre abierta, en busca de compañía, trasportándose hacia afuera de la habitación, para tal vez encontrar respuestas en el horizonte calmo, pero inspirada a no bajar la guardia.
Muda. Se encontraba completamente estática, trataba de hallar alguna luminosidad, algo más allá de lo que todos los días descubría con su mirada. Inmersa en esa situación, debía conformarse con lo que aconteciese en el trascurso de las horas en las que permanecía alerta y despojada de los efectos de los fármacos aplicados sobre su frágil humanidad, pensar que quizá fuera esa mirada al exterior lo más importante que le ocurriría durante esa jornada.
A pesar de su estado, por momentos conservaba una aguda cognición, al darse cuenta del único hilo que la mantenía viva y consciente de su estado: Su ojo derecho, el izquierdo se encontraba sumergido en la almohada.
Tiesa, fría y sin ningún movimiento, como si los demás componentes de su cuerpo estuvieran oportunamente carentes de existencia. Eran instantes de larga agonía, hubiera quizá imaginado abarcarlo todo con su consciencia… concepción ubicua, contemplación, donde cabe todo el tiempo y el espacio; aún el infinito.
Afuera de la clínica, se encontraban los vecinos, con intenciones de conocer sobre la realidad de la situación de la adolescente, varios creían que el desenlace pudo haber ocurrido dado su carácter nervioso, y su personalidad.
Ellos conocían, o creían conocer sobre lo ocurrido, eran personas cercanas a ella, parientes y vecinos; afirmaban del drama de la vida de Julia, creció huérfana de padre y madre. Estaban desconociendo otros motivos de la realidad que más tarde se conocería. Un suceso más cruel aún que su propia inmovilidad.
Todo el mundo interesado sobre la patología primaria de la joven, insistían con sus reclamos al nosocomio, a fin de dar respuestas inmediatas y actuasen con premura dado que se corría riesgo de muerte.
Tan desgraciada fue la situación, que hubo que acudir a la intervención de la Justicia del lugar. El fiscal tomó declaración a cada uno de los cercanos, quienes creían saber sobre la condición de la adolescente.
El fiscal fue registrando las declaraciones del proceso a medida que se avanzaba, y con sumo respeto por la condición de la adolescente, ante la posibilidad de un desenlace fatal.
Uno de los médicos observó el movimiento de uno de sus ojos, el derecho más precisamente y cómo el mismo presentaba una inquietud manifiesta, que a su parecer no era normal que esto suceda. Al principio no dijo nada, pero luego comenzó a investigar, creyendo y con razón que a través de ese ojo intentaría comunicarse con ella.
Al darse cuenta el profesional que ella deseaba hacerlo, dado los movimientos repentinos e insistentes que se producían, cuando él se hallaba solo en el cuarto de internación, debido a esto, comenzó a tirar palabras, y el ojo comenzó a movilizarse de un lado al otro de forma anormal.
El ojo, se movía de arriba hacia abajo o al revés, y hacia la izquierda o a la derecha, impresionaba verlo en ese cuerpo inmóvil, desgarbado y mudo.
Comenzó a hacer preguntas y no fue menor la sorpresa cuando este se movió, de arriba hacia abajo, como diciendo “sí” al afirmar y de derecha a izquierda, para darle el sentido negativo de la consulta, es decir “no”.
Con este sistema se podía deletrear palabras. Luego de realizarle algunas preguntas y entender lo que ella pretendía informar, se pudo percatar de su movimiento ocular que solo hablaría ante la presencia de un fiscal, y del médico con el que había establecido la comunicación.
Debido a esos movimientos, estábamos ante la presencia de un esquivo y apenas entendible lenguaje, pero estaba siendo efectivo, de tal forma que podría contestar las preguntas requeridas por las autoridades judiciales del lugar.
A través de las letras que el ojo con su movimiento iba describiendo, se formaban las palabras, luego con ellas se configurarían las frases, o podría darse, que se realizara la pregunta completa, y ella asintiera o negara lo dicho por el magistrado.
En realidad, esa fue la forma más eficaz que se estableció, sobre todo luego de aceitarse el sistema de comunicación.
Al principio el fiscal manifestaba cierta confusión al respecto de este caso, no sabía si dar validez a este sistema de testimonio, por temor a la posibilidad de que su señoría lo tomara como un juego, o peor aún, como una falta de respeto.
La cuestión es que el ojo estaba realizando su testimonio con lentitud, pero con convincente crudeza y autenticidad, por lo cual se determinó que se realizaría su declaración sin más, a fin de poder descubrir que era lo que ella quería comunicar sobre su actual estado, y también su malograda estadía en ese nosocomio.
De toda la información recogida, y ante el asombro tanto del profesional médico como del fiscal, Julia informaría con pasmosa exactitud, lo referente al maltrato que había recibido, y el abuso padecido en la clínica donde fue depositada luego de su repentina descompensación.
Si bien no se pudo establecer con exactitud su patología, se comprobó que en ese nosocomio se cometieron actos aberrantes sobre su cuerpo, los culpables del hecho, ya se encuentran detenidos y a la orden del juez interviniente en la causa.