Cada 14 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Incontinencia Urinaria, una condición caracterizada por la pérdida involuntaria de orina, que compromete la calidad de vida de los afectados y puede llevar a menudo al aislamiento social y a la depresión.
Aunque es bastante frecuente, está aún rodeada de mitos que afectan el diagnóstico y demoran la consulta, llevando a la falta de un adecuado tratamiento.
Contrariamente a la creencia popular, la incontinencia de orina no es una consecuencia normal por la edad. A pesar que el envejecimiento conlleva a cambios estructurales en la vejiga y el tracto urinario inferior que puede conducir al desarrollo de la enfermedad, se sabe que esta problemática puede estar presente en hombres y mujeres de todas las edades.
La incontinencia urinaria plantea retos continuos. Hablar sobre ella rompe tabúes y encuentra soluciones efectivas para que ninguna área de nuestro día a día se vea afectada por esta patología. Cuanto más conozcamos sobre ella, más sencillo será pasar a la acción sin perder ni un ápice de seguridad en nosotros mismos.
Por ello, hemos recopilado estas 15 claves sobre las pérdidas de orina:
- La incontinencia urinaria afecta a 400 millones de personas en todo el mundo: si todas ellas decidieran juntarse en una región, sólo China e India la superarían en habitantes.
- La incontinencia urinaria prevalece frente a otras enfermedades como la diabetes, la artrosis o la osteoporosis pero, por el contrario, estas últimas son mucho más conocidas y mucho menos estigmatizadas.
- La incontinencia urinaria es la tercera enfermedad que causa mayor merma en la calidad de vida, por detrás de las patologías mentales y los problemas cardiovasculares graves.
- El 50% de los afectados por incontinencia descansa peor, ya que esta patología le obliga a levantarse por la noche para orinar. Un 45%, además, admite que interfiere en su vida sexual, mientras que un 20% refiere que el desempeño de su trabajo se ve perjudicado.
- El 60% de los afectados omite esta consulta cuando va al especialista. Más de un 50% espera un año para acudir a un profesional médico.
- Una vejiga puede contener entre 300 y 400 ml de orina (unos dos vasos de agua) durante el día. Por la noche, la cifra aumenta hasta los 800 ml.
- Existen tres tipos de incontinencia urinaria: de esfuerzo (los escapes son al reír, toser, estornudar o hacer ejercicio), de urgencia (la necesidad es tan intensa que no permite llegar a tiempo al baño) y mixta (combinación de las dos anteriores).
- La incontinencia más frecuente es la llamada “vejiga hiperactiva”, producida por un mal control neurológico del vaciado de la vejiga. Sin embargo, es la patología que mejor solución tiene, gracias a la medicación controlada y al fortalecimiento del suelo pélvico.
- La incontinencia urinaria afecta a 1 de cada 4 mujeres mayores de 35 años. La incidencia es mayor que en los hombres debido al ciclo reproductivo: el embarazo, parto y menopausia son factores de riesgo directos.
- Aunque es un problema que se presenta mayoritariamente en mujeres, uno de cada cuatro hombres mayores de 40 años sufre pérdidas de orina.
- El 35% de los hombres no conoce la existencia de absorbentes masculinos y solo un 7% los usa. En su lugar, algunos recurren a compresas femeninas, papel higiénico o… doble calzoncillo.
- El deterioro del esfínter, el músculo circular que controla el flujo de la orina hacia el exterior de la vejiga, provoca normalmente la incontinencia urinaria en hombres. Puede estar dañado por un aumento del tamaño de la próstata.
- A menudo, las pérdidas de orina se asocian a problemas como las enfermedades cardíacas, ansiedad, depresión, hipertensión arterial, obesidad, infecciones dermatológicas y del tracto urinario.
- Más de 500 mil chicos en Argentina mojan la cama. Es un tipo específico de incontinencia urinaria llamado enuresis nocturna y cuatro de cada cinco padres ignoran el problema, esperando que se resuelva por sí solo.
- Es importante destacar que la incontinencia urinaria es un problema médico tratable. Lo primero que hay que hacer es reconocer la causa, averiguar antecedentes médicos y quirúrgicos, y realizar un detallado examen físico para luego elegir la mejor opción de tratamiento, que van desde cambios en el estilo de vida, kinesiología, medicamentos, cirugías que reposicionan órganos o tejidos pélvicos, entre otros