En Argentina, una alarmante proporción de la población enfrenta problemas significativos para dormir bien y en sus relaciones interpersonales. Según una encuesta realizada por el Observatorio de Psicología Social de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el 60,46% de los argentinos reporta dificultades para conciliar el sueño o mantenerlo durante la noche. Esta cifra no solo es elevada, sino que también representa un aumento progresivo desde el inicio de la pandemia de COVID-19, cuando el porcentaje era del 41,13% en marzo de 2020.
Sin embargo, el deterioro del sueño en Argentina no es un fenómeno reciente. Desde hace varios años, las dificultades para dormir han sido un problema creciente. En 2021, el porcentaje de personas con problemas de sueño ya había alcanzado el 57,55%. Esta tendencia se ha mantenido y, en 2022, más del 60% de la población seguía experimentando dificultades para dormir.
La encuesta también exploró la satisfacción con la vida sexual de los participantes, revelando datos interesantes. Más del 25% se declaró algo o muy insatisfecho, mientras que un 44,69% optó por una respuesta neutra, indicando que no se sentían ni satisfechos ni insatisfechos. Mientras que apenas un 30% dijo estar entre algo satisfecho y muy satisfecho. Estas variaciones pueden significar que, para muchas personas, el sexo no es un aspecto prioritario en sus vidas.
Los problemas de sueño y la insatisfacción sexual no son aleatorios: están estrechamente vinculados a factores como las crisis familiares y económicas. Estos conflictos generan estrés y ansiedad, impactando negativamente en la calidad del sueño y en la vida íntima. Las crisis familiares y económicas se sitúan en la cima del ranking de los factores que impiden a las personas disfrutar de momentos de bienestar durante el descanso o en la intimidad.
La crisis económica en Argentina ha sido un factor significativo en el aumento de los problemas de sueño. La incertidumbre económica, con preguntas recurrentes sobre cómo pagar las cuentas o enfrentar la inflación, es una de las principales preocupaciones que afectan el sueño de las personas. Además, las largas jornadas laborales, el uso excesivo de pantallas y la mala higiene del sueño también contribuyen a este problema.
En cuanto a la salud mental, aunque el porcentaje de argentinos con riesgo de padecer un trastorno mental ha disminuido a un 8,7%, este índice sigue siendo significativo, especialmente entre los jóvenes y aquellos de sectores socioeconómicos bajos. Durante el punto álgido de la pandemia, este porcentaje llegó a alcanzar un máximo del 12,51%.
Los expertos consideran que, pese a la disminución en el riesgo de trastornos mentales, la situación sigue siendo preocupante debido a la alta prevalencia de problemas de sueño. La calidad del sueño, más que la cantidad, es un factor crucial para la salud mental. Por lo tanto, es esencial implementar políticas que promuevan hábitos saludables y faciliten el acceso a tratamientos psicológicos.
Asimismo, señalan que la mejora en la calidad del sueño y la satisfacción sexual requiere un enfoque integral que considere tanto los factores individuales como los contextuales, como la estabilidad económica y la armonía familiar. Por ello, solo mediante un abordaje holístico se podrán mitigar estos problemas y mejorar el bienestar general de la población argentina.
Fuente: Clarín