El viernes 20 de marzo de 2020 no fue un día cualquiera en la historia argentina. Tras algunas semanas de incertidumbre sobre el desarrollo del Covid-19 en distintas partes del mundo, el gobierno de Alberto Fernández definió dar comienzo al periodo de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) como medida para evitar el contagio y la propagación de la enfermedad. Así, los ciudadanos argentinos se despertaron entre calles vacías y un silencio ensordecedor.
La sorpresa llegó a todos los hogares la noche anterior, el 19 de marzo, cuando el Presidente – luego de una reunión en la Quinta de Olivos con gobernadores, ministros y funcionarios, anunció la medida para hacer frente a la inminente pandemia: “Nadie podrá moverse de su residencia. Vamos a ser muy severos con quienes no respeten el aislamiento. Los que no puedan justificar por qué están en la calle, tendrán sanciones que dispone el Código Penal y vamos a ser inflexibles”.
Hoy a cinco años de aquella fecha quedan secuelas en todos los ámbitos de la vida y una de ellas, es la salud mental de las personas. La desatención de enfermedades crónicas durante la pandemia tuvo consecuencias negativas y una menor expectativa de vida. También bajaron las coberturas de vacunación de todas las dosis del calendario, entre otros ítems de salud.
Nicolás Aranda, director Provincial de Salud Mental de Misiones visitó esta tarde los estudios de FM 89.3 Santa María de las Misiones y en diálogo con el programa PRIMERA PLANA habló sobre el impacto del ASPO.
“Siempre que hablamos de salud mental es el uno por uno; es muy variado. Para algunos ( el aislamiento ) les vino bien, fue una pausa, un descanso; pero para otros les fue mal, sufrieron, se enfermaron. Pero, el impacto del Covid en la salud mental fue negativo, en general”.
Consultado sobre cómo se sobrevivió a la presión de no saber qué iba a pasar, el profesional a modo de ejemplo contó: “Fue como cuando uno pone duro el cuerpo a la espera de un golpe; así se sentía cuando el Covid-19 estuvo presente; y cuando pasó la pandemia es como que uno se relajó porque ya no iba a ser más golpeado. Pero, ahí uno se encontró con distintos tipos de factores negativos que adoptó o incrementó para soportar el encierro como ser: el alcohol, las drogas; también se hicieron presentes distintos tipos de violencia, entre otros”.
Pero, tras el paso del Covid y el fin del aislamiento ¿qué cambió en el área de salud pública, en cuánto a la salud mental y la demanda?
“Lo primero que cambió fue el incremento de recursos. Antes del aislamiento, en la zona Capital (Posadas, Candelaria y Garupá), había siete psicólogos entre todos los Caps, además de los psicólogos que trabajaban en cada uno de los hospitales; hoy son más de 30 en los Caps; En tanto, los trabajadores sociales eran 10 antes de la pandemia, hoy son 18; hablamos solo lo que tiene que ver con la Atención Primaria de la Salud (APS); ya que cada hospital tiene sus equipo de salud mental”.
“Al comenzar a hablar de la salud mental, tras el paso de la pandemia, se empezó a considerar como una opción y hubo un cambio cultural, al poner en valor la salud mental y a trabajar en ella”, resaltó Miranda.
En otro tramo de la charla, este funcionario de la salud dijo que “la pandemia favoreció la hiperconectividad, la cual es muy buena en un montón de cosas, entre ellas, un acceso o conexión diferente -fuera del contacto personal- con los pacientes”.
También Aranda habló de lo que dejó el Covid en la salud mental de los más pequeños. “Hay un gran cantidad de chicos que atravesaron pandemia que hoy les cuesta en la lectoescritura, hablo de chicos que tenían 3 o 4 años en pandemia; lo mismo sucedió con los adolescentes que cursaban el último año de la secundaria y lo hicieron de manera virtual, luego les costó y mucho el ingreso a la facultad, en lo que se refiere al cursado de manera presencial”.
Por útimo a la hora de saber si este aislamiento y el paso de la pandemia en la humanidad, dejó algún aspecto válido a resaltar, el funcionario reflexionó: “Lo que podemos sacar como positivo, tras el paso del COVID, es la puesta en valor del encuentro con los otros. Siempre ese encuentro cara a cara es inigualable. La tecnología es por demás aprovechable y utilizable; pero tomar un mate con un ser querido no se cambia con nada. También, fue altamente positivo la acelaración de los procesos a través de la tecnología que permitieron el acceso a las personas a distintos ambitos, entre ellos, claro al tratamiento de la salud mental”.