POSADAS. Pasaron 57 años desde la creación de la Escuela Especial 4, ubicada en calles 25 de Mayo y Tucumán -frente a La Fraternidad- de esta ciudad. Diariamente asisten 130 niños y adolescentes de distintos barrios de esta ciudad, Garupá, Candelaria e incluso de Encarnación y localidades aledañas de Paraguay.Con la entrega de las primeras netbooks de “Conectar Igualdad”, en octubre de 2012, docentes, niños y padres comenzaron a incorporar, poco a poco, las herramientas digitales y la conexión a Internet.“Los chicos van mucho más rápido que los docentes y las usamos como recurso pedagógico y recreativo”, indicó a PRIMERA EDICIÓN Myrian Báez, vicedirectora del turno tarde de la institución. Para algunos niños con discapacidad motriz la computadora ha significado la posibilidad de escribir y lograr cierta autonomía en relación al trabajo áulico. Esta mañana la institución y otras escuelas especiales de Misiones recibirán los denominados “kits tecnológicos” adaptados para diferentes discapacidades. Mouses y teclados especiales, brazos articulados, cañón y pantalla gigante serán entregados a las 10, en un acto encabezado por autoridades de la provincia. “Necesitamos un edificio adecuado”Si bien a simple vista la escuela se muestra muy prolija y ordenada, desde la institución destacaron que las aulas son muy pequeñas para el desarrollo de las actividades y que la mayor parte del mantenimiento lo realizan con fondos conseguidos por los maestros y padres. “El edificio se construyó en 1956, bajo un paradigma médico en el que las aulas eran pensadas como consultorios donde trabajar con grupos pequeños, pero hoy la realidad es otra”, dijo Báez. Cabe destacar que la cantidad de alumnos es mucho mayor que medio siglo atrás y la intención de la escuela es atender a la demanda evitando que queden niños en lista de espera. De allí que las pequeñas dimensiones de las aulas apenas logran dar abasto a la cantidad de niños, máxime cuando varios de ellos deben hacerlo en silla de ruedas. Cabe destacar que el único patio con que cuentan en la escuela es de material y es tan pequeño que no pueden incorporar juegos como los de las plazas.En relación al mantenimiento, indicaron que los arreglos de electricidad, plomería, compra de pintura y de insumos para los talleres lo financian con la venta de rifas, locros, empanadas y alguna que otra feria americana.UrgenteMientras continúan gestionando y aguardando la concreción del anhelado edificio, en la escuela resaltan que lo más urgente es refaccionar la sección donde concurren los alumnos multi-impedidos -niños que tienen serias discapacidades motrices y neurológicas- y los niños de hasta tres años que reciben estimulación adecuada. Esta sección funciona en un ala del predio de la Escuela La Fraternidad. “Justamente el espacio donde van los chicos más vulnerables es casi imposible estar, porque hay mucha humedad, y cuando llueve directamente no se puede trabajar”, señalaron.Trabajo en redesLos directivos de la Escuela 4 destacaron que realizan un intenso trabajo en redes con otras instituciones locales. Por un lado, hay una docente afectada al Hospital Materno Neonatal, que realiza diagnóstico y detección precoz de cualquier tipo de discapacidades. También trabajan articuladamente con la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Misiones (FHyCS-UNaM) con las pasantías de los estudiantes en Educación Especial.También trabajan en conjunto con escuelas comunes, ya que hay 24 niños integrados a primarias y secundarias. Cinco maestras integradoras hacen el trabajo de seguimiento, de vital importancia para evitar que los estudiantes sufran retrocesos en el proceso de aprendizaje.Otra articulación es la que realizan con la Escuela La Fraternidad: se trata de un proyecto socioeducativo -impulsado por el Ministerio de Educación de la Nación- que consiste en el desarrollo de actividades conjuntas con alumnos, docentes y padres de ambas instituciones.Un espacio de inclusión para los padresDado que vienen desde barrios alejados, muchos de los padres y madres esperan a sus hijos en los alrededores de la escuela. Es por ello que la institución habilitó un pequeño espacio del subsuelo como “sala de espera”. Pero lejos de ser una espera pasiva, las directivas señalaron que “las madres aprovechan ese tiempo para estudiar y lograr terminar la primaria”. Asimismo, utilizan esos tiempos para planificar la venta de platos, empanadas o locros para reunir fondos con los que la escuela pueda comprar los elementos que sen más necesarios en el momento.
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