Marina Da Silva desapareció de su hogar el 19 de diciembre pasado. Su concubino dejó constancia de esa circunstancia con una exposición policial en la comisaría seccional Séptima.
A doce días de esa presentación, se confirmó la peor noticia. El cuerpo de esta joven, de 19 años, madre de una nena de dos, fue encontrado el martes, a las 12, sumergido en el agua de un pozo de unos doce metros de profundidad, a casi tres metros de la superficie.
Tenía las manos y piernas atadas, lo que adelantaba una muerte en circunstancias violentas. Ayer, en horas de la mañana, la autopsia confirmó lo que ya todos sabían: Marina Da Silva fue asesinada.El detalle de la necropsia indicó que el deceso se produjo por “traumatismo y fractura de cráneo”, secuelas de dos terribles golpes en la cabeza.
El cuerpo de la muchacha fue identificado ayer por la madre.
La autopsia también consignó que la víctima habría sido asesinada el mismo día de su desaparición, el 19 de diciembre pasado, o 24 horas después, a más tardar. El cuerpo estaba muy deteriorado, en avanzado estado de descomposición. Esa circunstancia no permitió determinar si mantuvo relaciones sexuales, consentidas o forzadas, pero hay un dato sugestivo: estaba desnuda de la cintura para abajo.
Días después de la exposición policial por abandono de hogar efectuada por el concubino, la madre radicó formal denuncia en la comisaría seccional Séptima por desaparición de persona. Entonces la búsqueda comenzó a intensificarse, indicaron fuentes de la pesquisa. La preocupación se acentuó con el devenir de las horas, sencillamente porque la víctima no aparecía.
El lunes pasado, el juez que maneja la causa, el titular del Instrucción 6 de Posadas, Ricardo Walter Balor, decidió dar intervención a la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic), a cargo del abogado Fernando Castelli. Al otro día, a las 12, el magistrado se enteraba de la ubicación de la chica, en las profundidades de un pozo con agua en Nemesio Parma.
Ayer la autopsia confirmó el modo en que mataron a Marina Da Silva. La Policía no descarta ninguna hipótesis, pero mira de reojo al entorno inmediato de esta chica que dejó en vida a una niña de sólo dos años. El o los asesinos conocían la zona Marina Da Silva tenía 19 años cuando manos asesinas arrebataron su vida. El crimen, de acuerdo con estimaciones forenses, habría ocurrido el 19 o 20 de diciembre pasado.
Fuentes de la investigación indicaron que se domiciliaba en el barrio Cruz del Sur, distante a unos dos kilómetros del escenario donde la hallaron sin vida. Ella conocía la zona. Los investigadores sostienen que el o los asesinos también. Y mejor aún. El lugar donde apareció el cuerpo se encuentra a mitad de camino entre la casa donde Marina vivía, junto a su hija y concubino, y el trabajo de este último. “Si no conocés la zona, no entrás a ese trillo ni mamado”, consignó en forma gráfica un detective consultado por PRIMERA EDICIÓN. Al parecer, “ese camino es utilizado por los pobladores como atajo para dirigirse a un complejo de viviendas ubicado en la parte posterior”, consignó el informante.
Tres allanamientos en la casa de Marina
Cuando aún no se sabía del trágico final de Marina Da Silva, la Justicia dispuso el allanamiento del domicilio de la chica, donde vivía con su pequeña hija y el padre de esta. La orden salió del Juzgado de Instrucción 6, a cargo del magistrado Ricardo Walter Balor. Los investigadores buscaban alguna pista que los orientara hacia el paradero de la joven de 19 años, aunque sin mucho éxito.
El procedimiento se llevó a cabo el lunes pasado, cuando la Saic ya había tomado intervención en el asunto. Lamentablemente, al día siguiente se supo lo peor. Marina había sido asesinada a golpes. Entonces la Justicia dispuso otros dos allanamientos en el mismo domicilio. Al menos hasta anoche se desconocía el resultado de los mismos, consignó una fuente ligada a la causa.
La teoría de un crimen cometido en otro lugar
“No descartamos ninguna hipótesis”, consignó ayer el juez de Instrucción 6 de esta ciudad, Ricardo Walter Balor. Pero la teoría de mayor solidez, al menos hasta anoche, señalaba que la víctima pudo haber sido asesinada en otro lugar y trasladada al paraje conocido como Campo Bauer para ser arrojada al pozo con agua. Sin dudas, la intención de el o los asesinos fue deshacerse del cuerpo para dificultar su hallazgo y ganar tiempo para obtener impunidad. El cadáver tenía las manos y los pies atados. Además, estaba desnudo de la cintura para abajo. Los investigadores sostienen que el o los asesinos pudieron haberla maniatado para facilitar el traslado del cuerpo hasta el pozo de agua. Otro dato vinculado a esta línea de investigación indica que por la violencia de los golpes y las características de las heridas, Marina debió haber perdido mucha sangre y en el lugar no se halló una sola mancha. Si tuvo relaciones o no es un enigma que, por el momento, no tiene respuesta para los investigadores. Pero el cadáver tenía solamente una remera que le tapaba el torso.
El hallazgo del cuerpo de esta joven fue posible por el dato que aportó un lugareño, quien pasó por el lugar y se mostró extrañado por el olor nauseabundo que salía de un pozo con agua. Se acercó al hoyo y vio un cuerpo. No estaba seguro si era de una persona o de un animal. Entonces se lo contó a una vecina y fue esta quien llamó a la Policía y alertó de esa circunstancia. A esa altura, muchos sabían en Parma sobre la desaparición de Marina Da Silva. Poco después, la Saic confirmaba la peor de las noticias para los deudos de la muchacha de 19 años.
¿Hubo ataque sexual?
El cadáver de Marina Da Silva permaneció al menos diez días sumergido en el agua. Ese factor, sumado a las altas temperaturas registradas en los últimos días, hizo que se acelerara el proceso de descomposición. Por esta razón fue imposible determinar si la víctima tenía signos de actividad sexual. Pero resultó sugestivo cómo apareció el cadáver: sin prendas de la cintura para abajo.
Una versión señaló ayer que la chica habría sido vista en moto con un hombre, aunque la misma no fue confirmada de manera oficial. En la causa trabaja el juez Balor y la secretaría del Dr. Chemes, indicó un portavoz policial.