OBERÁ. Catalina tiene 6 años. Sonríe, se muestra vivaz, aunque camina con cierto grado de dificultad, de la mano o ayudada por un andador. Sus capacidades intelectuales están intactas. En pocos días comenzará las clases en primer grado en una escuela común donde compartirá el tiempo con sus pares, con chicos de su edad.Nació el 13 de enero de 2008, es la tercera hija de Bárbara Weber y Néstor Mancilla que además tienen a Paula y Valerie. Con su llegada la casa volvió a llenarse de alegría porque la familia sumó a una integrante más.Medio año después de nacer Catalina dejó de crecer, hacía muchos movimientos involuntarios con piernas y brazos y lloraba mucho, no se daba vuelta en la cama ni se sentaba. “Tiene paraparesia espástica no evolutiva, consultamos con varios médicos y después un médico pediatra nos derivó a un neurólogo en Posadas y no dijeron que tenía un retraso madurativo. Al año y cuatro meses fuimos al Garraham y los médicos nos dijeron que el problema era por una vacuna que no estaba desactivada. Nos dijeron que teníamos que hacerle rehabilitación no kinesiología, pasamos por manos de varios profesionales buscando algo que nos conforme en cuanto a los adelantos que mostraba la nena”, relató Bárbara, mientras le coloca las férulas a Cata.Un hallazgo por casualidad La vida de la familia tiene un ritmo especial, porque en estos años Catalina necesitó de la asistencia médica para mejorar su calidad de vida, sus padres no se dejaron estar un solo día pero el amor los mantiene muy unidos y muy conectados. La familia Weber- Mancilla es propietaria de las Cabañas Enzian, un lugar tranquilo y rodeado de naturaleza.“El año pasado le hicieron por última vez botox en los aductores y después de eso empezó a andar a caballo en un animal que cuidábamos y teníamos en casa. Empezó como una diversión no por indicación médica, nos dijeron que podía hacerlo porque sería una buena terapia y buen estímulo para ella”, agregó.Néstor trabajó durante más de 30 años en el cuidado y entrenamiento de caballos de polo en Buenos Aires, Suiza, España, Francia e Inglaterra, y toda su experiencia con los animales la sumó para mejorar la vida de Catalina. Mirando en internet y en la televisión se dio cuenta que con todo lo que sabía podía ayudar a su hija. Hizo el curso de equinoterapia en Córdoba para saber cómo manejarse con ella o con otras personas con discapacidad y puso manos a la obra. La caballeriza está terminada, el picadero también. Es ahí donde Rocío y Petisa, dos yeguas de 8 años trabajan y aprenden día a día, mientras que Estrellita de 8 meses, se alimenta bien esperando crecer para poder entrenar.“La conexión entre los caballos y los chicos es inmediata”“En enero de 2013 me propuse hacerla montar a Cata todos los días, y así fue. Cuando empezó no podía enderezar su espalda que esta encorvada, hoy por hoy se sienta derecha y hasta puede montar sola sobre la yegua, siempre seguida de cerca. La conexión de los caballos con los chicos es inmediata, apenas los ven hay entrega mutua. Seleccionar los animales es un trabajo difícil porque deben ser especiales y muy tranquilos”, explicó Néstor.Actualmente son tres chicos los que aprovechan el beneficio de la equinoterapia y trabajan en turnos de 45 minutos, la constancia les hará ver los mejores resultados.“Con esta terapia se observan beneficios físicos ya que mejora el equilibrio, la movilidad y la postura, además regula el tono muscular. No hay máquina que trabaje tantos músculos simultáneamente y, además, si la inventaran, no sería tan divertida como montar a caballo”, dijo el padre.Catalina halaga permanentemente a las yeguas, disfruta del paseo, pide montar sola y mientras se entretiene va creando un vínculo con el animal. Con ejercicios y perseverancia mejora notablemente su calidad de vida. La equinoterapia La equinoterapia o hipoterapia utiliza el caballo como medio de rehabilitación, ya que el movimiento del mismo empuja el pubis y el tronco de quien lo monta, empujón que se transforma en estímulos muy semejantes a los de caminar.Integra totalmente al jinete discapacitado al mundo hípico nacional e Internacional.Al mejorar la postura, el jinete tiene una espina dorsal más eficiente y las instrucciones que manda al cerebro son de mejor calidad. Además, el movimiento de la pelvis para acompañar la cadencia del caballo (alzarla, adelantarla y bajarla) es muy similar al que hacemos al caminar, lo que manda información importante al cerebro para adquirir un adecuado patrón de marcha.Estimula la atención y la concentración. Es fundamental para el aumento de la autoestima y de la seguridad en uno mismo. Además tiene un efecto positivo en las funciones de comunicación y de comportamiento.El movimiento del caballo tiene además la gran ventaja de ofrecer una enorme variedad de cadencias, lo que supone la posibilidad, desde el punto de vista terapéutico, de graduar el nivel de sensaciones que el paciente recibe.Paciente activo El caballo al trote transmite al jinete un total de 110 movimientos diferentes por minuto, en consecuencia no hay ni un solo músculo ni zona corporal, desde el coxis hasta la cabeza, al que no se transmita un estímulo. Todo ello en conjunto, permite que el paciente sea capaz de experimentar sensaciones que nunca antes ha vivido.La equinoterapia supone una actitud activa del paciente, que deberá realizar movimientos para estirarse, relajarse, mejorar la coordinación y el equilibrio. Sin embargo, a diferencia de las terapias convencionales, la equinoterapia es asumida por el jinete como una diversión, lo que influye muy notablemente en la obtención de resultados positivos. Se desarrolla al aire libre, pudiendo disfrutar de cuanto le rodea.
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