ELDORADO. La historia de Camila González, la alumna que dejó de ir a la escuela porque no podía cumplir con el uniforme del Bachillerato con Orientación Laboral (Bop) 46, conmovió a muchos lectores de PRIMERA EDICIÓN. Ayer, el propietario de Uniformes Argentina se comprometió a donar dos conjuntos completos a esta alumna de catorce años que cursa el segundo año de la secundaria. Aunque se trata de una empresa dedicada a la confección de uniformes, vale aclarar que confeccionará en forma exclusiva la pollera y el saco con capucha para Camila porque ellos no trabajan con la Bop 46. Para ello, la niña solicitará a la institución educativa que facilite una copia digital del logo de esta secundaria pública para ponerlo en las dos camisas blancas y el saco gris que Uniformes Argentina confeccionará para ella. También la propietaria del hotel Neuman, Roberta Rojas, se comunicó con este diario para colaborar con Camila comprándole los zapatos mocasines negros que solicitan en el Bop 46. Y la señora Ida de Llamosas, que hace poco donó una silla de ruedas a un chico que pidió ayuda a través de este diario, le comprará las medias.Emoción y gratitud Visiblemente emocionada ante la solidaridad que despertó su historia, Camila contó a PRIMERA EDICIÓN que desde la dirección de la escuela notificaron a su hermano de que esperaban su regreso a clases desde el próximo lunes. Desde el establecimiento argumentaron que ellos no dieron ningún ultimátum a la estudiante para que dejara de concurrir a clases por no cumplir con el uniforme y aseguraron que todo fue un malentendido. No está en el ánimo de Camila y su familia discutir con las autoridades de la escuela: “Yo sólo quiero volver a clases y poder seguir estudiando. Estoy muy contenta de que me hayan dejado volver”, resumió Camila, quien el lunes se vestirá nuevamente con la remera gris de Educación Física del Bop 46 y pantalones vaqueros. Consultada acerca de la respuesta que recibió de la sociedad eldoradense al hacerse público su caso, la adolescente contó que los chicos de la Escuela de Comercio 19 le hicieron llegar uniformes de esa institución y un zapato que, lamentablemente, le quedó muy grande. “Con mis compañeros de curso no hablé, ellos no sabían nada. Estoy muy contenta porque volveré a verlos el lunes”, señaló. Camila perdió a sus papás cuando tenía nueve años y, desde entonces, vive con su hermano mayor, Luis González, que se hizo cargo de sus cinco hermanos y de su propia familia. El único ingreso familiar es el que gana Luis con su trabajo como jardinero, por eso, cuando la escuela comenzó a exigir que Camila lleve el uniforme completo (institucionalizo el año pasado), su familia pidió a la escuela que tuvieran paciencia porque no tenían el dinero para comprarlo. Sólo a título ilustrativo, el saco se vende a 280 pesos y la pollera a 150 pesos.
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