POSADAS. Lentamente y con mucho trabajo, las familias damnificadas por la extraordinaria creciente del río Uruguay van volviendo a reacomodarse, tratando de retomar sus actividades, con la asistencia solidaria de amigos, parientes, vecinos, de cientos de misioneros, que de alguna manera buscan alivianar el duro golpe que recibieron desde la última semana de junio pasado.De acuerdo al último informe del Gobierno provincial, todavía quedan 1.860 personas que no consiguieron retornar a sus hogares y permanecen evacuadas en distintos centros o que se autoevacuaron a casas de familiares, siendo estadísticamente la localidad de Panambí la que aparece como la más golpeada, porque del total de afectados (personas y viviendas) es la que pudo bajar muy poco ese índice. Es que Panambí tuvo 300 personas y 70 familias evacuadas, 63 casas inundadas y otras siete casas destruidas en el reporte del 30 de junio. Hoy la realidad muestra que si bien no quedan viviendas inundadas -bajó el río-, 61 de ellas quedaron destruidas, inutilizadas y 238 personas permanecen afectadas, sin hogar.La ubicación geográfica de Panambí, con sus arroyos y vertientes que lo caracterizan por sobre otras de la región, juega un papel clave para entender por qué es una de las que más “demora” en volver a la “normalidad”. El panorama es complejo y, de acuerdo a los especialistas, debe ser resuelto con profesionales que proyecten los lugares más seguros para el emplazamiento de las nuevas viviendas que deberán ser construidas, pero por sobre todas las cosas tendrán que evaluar seriamente reubicar el mismo centro de la ciudad, una tarea nada sencilla que encuentra como principal obstáculo la falta de tierras fiscales. “Nos genera impotencia porque construimos nuestra casa en un lugar que parecía seguro y eso le pasó a muchas familias. Ahora el Gobierno no quiere que volvamos al mismo sitio porque dicen que es peligroso, pero tampoco hay terrenos accesibles porque por los existentes piden una fortuna. Nos quieren dar un corte de casa y la nuestra era de material, que la levantamos con mucho esfuerzo. Nos genera mucha impotencia porque si tampoco aceptamos los que nos dan nos quedaremos sin nada”, explicó angustiada Romina L., una vecina de Panambí. En los número finales, en El Soberbio quedan 1.095 personas sin hogar, sobre un total inicial de 3.500. “Hay un trabajo importante en los últimos días, más de 7.000 personas lograron volver a sus casas que habían sido afectadas por la fuerza de las aguas”, destacaron desde el Gobierno en el último informe. “El Soberbio deberá tener un antes y después de esta inundación. Esperemos que no quede todo en promesas, pero habrá que rediseñar la zona urbana, llevarla más hacia lo que es hoy la entrada al pueblo. Será difícil alejarse de la orilla por una cuestión cultural, habrá que pensar en algún tipo de defensas costeras y el Gobierno, como política de Estado, deberá prestar más atención a lo que pasa aguas arriba con las represas, existir un mayor contacto para que puedan hacerse previsiones ante algún suceso extraordinario como éste u otro más grave”, indicó José Yunis, vecino de El Soberbio.
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