POSADAS. Cuatro declaraciones, muchas contradicciones y poco que aportar. Hasta hubo un careo entre tres de los involucrados, que tampoco arrojó nada esclarecedor. Así transcurrió la tercera jornada del juicio oral y público donde se juzga la conducta de Diego Ariel Cantallops Simonetto (29) y Carlos Sebastián Ruiz (30), los dos imputados por el crimen del joven estudiante Iván Andrés Mercol (22) a la salida de un boliche posadeño, el domingo 19 de marzo de 2006. Tras la declaración de ocho médicos forenses en las primeras dos audiencias, ayer fue el turno de cuatro integrantes de la Policía de Misiones, uno de los cuales ya renunció a la fuerza. En primer término brindó su testimonio la jefa de Seguridad de la discoteca donde Mercol recibió la lesión mortal en el cuello. Se trata de la cuestionada oficial de Policía Marisa Raquel Bueno , quien admitió “no haber observado quién o quiénes agredieron a la víctima”, debido a que en el momento del hecho -minutos después de las 5.30 de aquel domingo- se encontraba “recorriendo distintas pistas y recogiendo los handys” que utilizaba el personal a su cargo en el boliche, tanto civil como policial. Cuestión de vestuarioEl abogado defensor de Ruiz, el letrado Hugo Zapana, le consultó a la mujer por su vestimenta aquella noche, en virtud de que una testigo dijo “haber visto una mujer con una remera turquesa con la inscripción seguridad, provista de handy con audífonos, dar órdenes en medio de un tumulto entre al menos veinte jóvenes, al tiempo que sacaba a Diego (Cantallops Simonetto), mientras que otro sujeto de seguridad con remera color gris torcaza retenía a uno de los presuntos protagonistas del altercado, a Sebastián (Ruiz). Todo esto a la salida y en el interior del boliche, alrededor de las 6”. Ante esta consulta, Bueno respondió que, como todas las noches en la que trabajó en la disco, lo hizo con un atuendo tipo traje que podría ser celeste, azul o negro. Además, insistió en que jamás se colocó una remera para trabajar. Seguidamente, admitió que una oficial subalterna -Sonia Zuk- le tomó declaración en la comisaría Segunda, que intervino por jurisdicción, algo que a los abogados defensores de los imputados les pareció llamativo, teniendo en cuenta que no es habitual que un efectivo de rango inferior registre testimonio a un superior. La llamadaOtro punto clave en la declaración de la exjefa de seguridad del boliche, la oficial Marisa Bueno, es que dijo haber llamado a la comisaría Segunda y otras dependencias desde el hospital Madariaga, adonde acudió en un vehículo particular tras el traslado de Mercol, porque según ella “el paramédico Juan Carlos Viana le informó en el lugar del hecho que sufrió un paro cardiorrespiratorio”. “Cuando por comentarios de los chicos que llegaban a la guardia de emergencias me enteré de que era un caso grave, que existía una pelea de por medio, avisé a mis superiores de inmediato. Llamé a la Segunda, al Comando y otras fuerzas”, aseguró. Este testimonio sería anecdótico de no ser porque el oficial Walter Cantero, quien dijo haber estado de oficial de calle el día del hecho, escribió en un reporte -firmado por él- que Bueno lo “llamó desde la disco, avisando que hubo un altercado y donde Iván Mercol había resultado gravemente herido”.Ante la contradicción, la defensa de Ruiz, el letrado Zapana, solicitó que comparezca Cantero. Sin embargo, lo dicho por este último aportó mayor confusión, teniendo en cuenta que, pese a que “no recuerda nada de su actuación ese día o con quien habló o lo llamó por teléfono”, respondió a casi todas las preguntas diciendo: “Si está firmado por mí, es como consta”. Estas contradicciones motivaron un careo entre ambos, quienes no se pusieron de acuerdo ni aclararon absolutamente nada: se mantuvieron en sus dichos y el aporte a la causa fue prácticamente nulo. Un insólito “operativo simultáneo”La defensa de los imputados dejó al descubierto numerosas irregularidades en torno a la actuación policial el día del crimen de Iván Mercol. La más insólita de todas es que existen dos informes y declaraciones dando cuenta de que un mismo móvil o patrullero de la comisaría Segunda acudió a la escena (el boliche ubicado en la avenida Corrientes), con distinto personal y con resultados opuestos en cada intervención. Todo esto, en el mismo horario. Esta grave contradicción surgió de la declaración primero de la oficial Sonia Zuk, quien contó que se dirigió al boliche tras ser avisada por la guardia de la citada seccional “a las 6.30 y ocupé el móvil (cuyo chofer y agente que la acompañaban no recuerda) hasta las 8.45, horario en el que regresé a la dependencia. En esas más de dos horas fui a la disco, donde estaban cerrando, y habían entre cinco o seis personas, y noté que había vidrio y sangre en el piso, en el interior del lugar y cerca de la boletería. Por eso avisé a mis superiores para que se preserve la escena y llamé a Criminalística para que realice las pericias de rigor. Luego fui al hospital para obtener datos. Ese día hice de oficial de guardia, de servicio y de calle”.Pero después, el efectivo Walter Cantero, quien dijo que él era el oficial de calle en la Segunda aquel día, aseguró que lo que se ajusta a la verdad es lo dicho en su informe. “Que acudió inmediatamente al mismo boliche, tras recibir un llamado de la oficial Marisa Bueno (a cargo de seguridad de esa disco) a las 6.55 y que al llegar encontró todo cerrado y envió a preservar la escena con una consigna o custodia (la oficial Karina Da Silva)”. De aquí se desprende que resulta imposible que ambos efectivos ocuparan el mismo móvil (2-819), en el mismo horario, con distinto personal y con distintos resultados en los operativos. Esta nueva situación dio pie a un pedido de careo por parte de los defensores de los imputados, medida judicial que tampoco arrojó luz a los acontecimientos, debido a que todos se mantuvieron, en forma férrea, en sus dichos vertidos en su momento en el expediente de la causa.
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