EL SOBERBIO. Los máximos honores, pero también la angustia más profunda. Esa extraña mezcla de sensaciones que deja una muerte en cumplimiento del deber afloró ayer en esta ciudad, donde fue despedido con emoción el efectivo policial Roberto Omar Ballesteros (35), ejecutado el lunes por los delincuentes que asaltaron la sucursal local del banco Macro.La tarde se vistió de luto en el cementerio municipal, donde alrededor de las 14 arribaron los restos mortales del efectivo policial, acompañados por el dolor de la madre del uniformado, su mujer, su pequeña hija de siete años y un centenar de camaradas, entre los que se encontraban sus compañeros de guardia de la comisaría local.Difícil describir en palabras tanto sufrimiento. “Chau, papi” fue el grito desgarrador de la pequeña entre lágrimas, mientras la madre, sostenida por varios brazos, pedía que la llevaran con su hijo. Alrededor del féretro, los uniformados. Muchos no pudieron contener las lágrimas por la partida del colega y amigo.“Siempre te recordaremos llevándote en lo más profundo del corazón”, dijo ante la multitud el cabo Kramer, compañero de comisaría. “Que en paz descanses, amigo, esto es un simple homenaje de parte de todos los que compartimos guardias y momentos difíciles”, sentenció, en representación de los policías que lo conocían.La voz de la familia estuvo a cargo de Carmen, tía de Ballesteros y la única que encontró fuerzas para hablar con los medios. “Queremos que se haga justicia, que esto se investigue y no quede así. Mi sobrino no va a estar más, pero que se haga justicia por su hija, por su familia”, le dijo aún conmocionada a PRIMERA EDICIÓN. La mujer recordó al policía como “un chico muy responsable”. De origen humilde Ballesteros, de familia humilde, nació y se crió en el barrio Los Paraísos de Posadas. Se ganaba la vida en una olería, hasta que a los 22 años decidió entrar a la Policía. “Él estudiaba para ascender y días atrás había pedido el traslado a la capital”, relató Carmen, quien cerró con un dato paradójico: “El padre no pudo venir porque si deja la casa sola en Posadas, le roban todo”.Al entierro asistieron autoridades municipales, provinciales y de la Policía provincial. Alrededor de las 14.30 los sacerdotes convocados brindaron el responso. Después llegó el turno de los honores policiales y la lectura del decreto por el que Ballesteros fue ascendido “post mortem” a suboficial mayor, la máxima jerarquía a la que podía aspirar. Las autoridades hicieron entrega a la familia de la bandera nacional, un gorro y un escudo e insignia de grado. Dicha ceremonia fue presidida por el jefe de la Policía, comisario general Jorge Héctor Munaretto, y el subjefe, comisario general Roberto Favio Sosa. Ubicado ya en su última morada, sólo quedó tiempo para el desgarrador adiós de sus más cercanos. Después, lentamente, cada uno abandonó el camposanto en silencio, pero con una sola cosa en mente: que algo así no vuelva a suceder nunca más en Misiones. Un disparo, una vida Ballesteros murió alrededor de las 8.30 del último lunes, minutos después de recibir un disparo por la espalda por parte de uno de los siete delincuentes que asaltaron la sucursal del banco Macro en El Soberbio para llevarse aproximadamente 1.600.000 pesos.Los forajidos irrumpieron cerca de las 8.10 con armas largas y uniformes militares. Dos quedaron en la entrada, cuatro fueron al salón principal y uno actuó como francotirador desde el techo del edificio.Los ladrones redujeron a Ballesteros, al agente Batista y al subcomisario Espinoza. El primero recibió un disparo en la espalda y falleció al poco tiempo. Los delincuentes escaparon con el gerente de la sucursal y un colono, a los que abandonaron al poco tiempo. La camioneta que usaban fue hallada en Paraje Sarandí, donde se tirotearon con dos policías misioneros antes de escapar en lancha a Brasil.Cuatro de ellos no llegaron muy lejos: cerca de las 13 fueron apresados por policías brasileños. Iban en un Honda Civic que sufrió un desperfecto mecánico y en el que se encontraron fusiles, municiones, pasamontañas, uniformes y el arma reglamentaria de Espinoza.Los tres prófugos -podrían ser más- habrían sido vistos en una camioneta Chevrolet Captiva con destino a Campos Novos, en Brasil. Entre ellos estaría un peligroso líder narco caracterizado como el de mayor “peso” en el sur del país vecino.
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