POSADAS. Ante el silencio del acusado, fueron las pruebas las que hablaron ayer en el inicio del debate oral y público por el asesinato a golpes de la comerciante Ramona Mercedes Gauto (37). Los peritos ratificaron que las marcas de una de las heridas que presentaba la víctima en la frente fueron coincidentes con las de la suela de la zapatilla derecha que Jorge Alberto De Jesús (42) calzaba aquella tarde en que se descubrió el hecho.Fue el testimonio técnico de una de las criminalistas el que, con lujo de detalles, explicó cómo aquella confrontación terminó de cerrar el círculo para los investigadores, tal pudo atestiguarlo PRIMERA EDICIÓN en el Salón de Usos Múltiples del Palacio de Justicia, donde se desarrollan las audiencias.Allí De Jesús, defendido por los abogados José Luis Rey y Carlos Contristano, responde por el delito de “homicidio calificado por el vínculo y la alevosía”, acusación que en esta etapa está a cargo del fiscal Alberto Oliva. Los encargados de impartir justicia son los magistrados Marcela Leiva, Roque González y Marcelo Cardozo, quienes conforman el Tribunal Penal 2.Puede ser determinanteSin dudas, el testimonio más importante de la primera jornada fue el de la licenciada en Criminalítica Cecilia González. Quizás por eso también fue el más largo: en dos horas explicó con lujo de detalles y en una presentación en pantalla gigante cómo fue que los detectives apuntaron a De Jesús.La profesional explicó que al llegar al departamento “B” del tercer piso del edificio de Colón 1.824 (donde vivía y fue encontrada asesinada Gauto) se topó junto a sus compañeros con la impronta de una zapatilla estampada sobre una “mesita” de plástico que se encontraba a medio metro del cuerpo, en dirección a la puerta.“Eran sellos geométricos con forma romboide”, recordó mientras exponía en la pantalla. Dijo entonces que sus superiores informaron a la Justicia y enseguida se ordenó el secuestro de las zapatillas de De Jesús, que aguardaba en la vereda por noticias junto a su familia.En los días siguientes aquella incautación resultaría trascendental. Primero se obtuvo “un cotejo positivo entre la huella hallada sobre un soporte plástico y la huella de las zapatillas que utilizaba el acusado”. Fue el primer dato clave. Pero algo de mayor trascendencia estaba por venir.Es que, como el médico forense Juan Antonio Galuppo había explicado antes en su deposición (ver página 35), en la autopsia se descubrieron huellas de zapatillas en la frente de la víctima. “Se ven los trazos sobre la ceja izquierda, una figura romboidal y trazos simétricos, una impronta”, aseguró.Y los criminalistas llegaron a una conclusión que resulta clave en el caso. “Existe coincidencia morfológica entre la marca hallada en el rostro de la víctima con la forma geométrica de la segunda y tercera hilera exterior de la suela”, ratificó González, mientras señalaba con un puntero láser las muetras de esa suela con las marcas que quedaron grabadas en la mujer. Al menos en un principio esa imagen -que acompaña esta página- resulta elocuente.Al respecto, Rey cuestionó que no se hayan realizado estudios a huellas de otras zapatillas y recordó que la defensa había presentado durante la instrucción fotografías con suelas similares. El tribunal presentó entonces esas fotos en la pantalla gigante y la criminalista descartó que las mismas pudieran tratarse de las utilizadas en la golpiza. “Ningua se corresponde con las huellas de la mesita y de la víctima”, aseveró González, quien descartó así esas ocho huellas diferentes.Trastorno de personalidadDe entre los ocho peritos que declararon ayer, también resultó interesante el testimonio de la psiquiatra Norma Acosta, quien aseguró que de estudios realizados a De Jesús pudo comprobar que existen en el imputado “rastros de personalidad que pueden ser compatibles con un trastorno de personalidad”, y al respecto habló de “desapego afectivo, falta de remordimiento, incapacidad para sentir culpa y conductas violentas”, entre otras cuestiones.La defensa salió enseguida al cruce de esos resultados y aseguró que, según De Jesús, los análisis no se llevaron a cabo con la suficiente profundidad. “Fue un sólo encuentro y de media hora”, apuntaron los abogados. “La cuestión del tiempo es un mito”, fue la respuesta de la especialista. “Sufrió una sucesión de golpes y murió a raíz de un edema cerebral”POSADAS. “Hubo un proceso agónico, diría que de minutos”, afirmó el forense Juan Antonio Galuppo cuando le preguntaron si la víctima había sufrido. Para el encargado de la autopsia, no quedaron dudas de que fue una feroz golpiza lo que le provocó la muerte a Gauto, más allá del puntazo que tenía en la zona torácica.“Todas las lesiones fueron vitales, pero la causa de la muerte fue un edema cerebral provocado por una sucesión de golpes”, explicó el galeno, que cerca de las 11.55 de ayer abrió la ronda de testigos.Entre otras cosas, Galuppo indicó que la mujer sufrió traumatismo craneoencéfalo facial o, en otras palabras, que fue desfigurada a golpes por el homicida. Y eso pudo comprobarse en las imágenes de la autopsia. Eso le provocó la muerte, más allá de la “herida perforante en el tórax que lesionó pericardio y pulmón”.El médico dijo que “la secuencia fue inmediata, sucesiva con el deceso” y apuntó que “no podría descartar la presencia de más de una persona, aunque tampoco se puede afirmar”. Tampoco pudo explicitar si, como dice una teoría, las lesiones se corresponden con golpes propinados por un especialista en artes marciales.Con respecto a las marcas de zapatilla marcadas a golpes en la frente de Gauto, Galuppo recordó que “nos impresionó la trama de un calzado sobre la ceja izquierda, de figura romboidal y trazos siméttricos, un impronta”, marcas que luego permitirían a los investigadores llegar a De Jesús. “Me voy a abstener y, si mi defensa lo dispone, hablaré más adelante”La audiencia se inició alrededor de las 8.45 de ayer con la lectura del relato del hecho y, posteriormente, la elevación a juicio de la causa. Recién después los jueces declararon abierto el debate y Jorge Alberto De Jesús ocupó su lugar frente al micr&oa
cute;fono.Tras responder las preguntas de rigor, el acusado sólo se limitó a decir que siempre tuvo una buena relación con las madres de sus cinco hijos, más allá de que deslizó algunas peleas con sus exparejas.Además, el imputado contó que desde los ocho hasta los trece años practicó artes marciales, específicamente Kung Fu. No es un dato menor si se tiene en cuenta que, desde un principio, los detectives aseguraron que la golpiza que recibió la mujer pudo haber sido propinada por alguien que sabía al respecto. Sin embargo, ni siquiera los peritos pudieron establecer que el ataque haya sido llevado adelante por un practicante de ese u otro deporte.Luego de esas palabras de compromiso, los jueces le consultaron si iba a declarar y le aclararon que puede hacerlo en cualquier momento del juicio. “Me voy a abstener y, si mi defensa lo dispone, hablaré más adelante”, atinó a responder De Jesús, quien luego de reconocer sus firmas en el expediente regresó junto a sus abogados.Acto seguido, desde secretaría se dio lectura a la declaración indagatoria brindada por el acusado el 30 de julio de 2010, donde relató lo que hizo las horas anteriores al hecho y aseguró que, en la tarde del sábado 29 de mayo de 2010, dormía la siesta con su actual pareja.“Colaboré todo lo que pude y hasta fui a la Policía para que esto no quede en la nada”, dijo hace casi cinco años el imputado. La tarde en que el drama ganó el microcentroLa causa comenzó a sustanciarse alrededor de las 19 del sábado 29 de mayo de 2010, cuando familiares de Gauto dieron aviso a la Policía provincial sobre el hallazgo del cuerpo sin vida de la mujer.Fueron justamente De Jesús y uno de sus hijos -en ese momento, de 16 años- quienes informaron del hecho registrado en un departamento del tercer piso de Colón 1.824, a escasos metros de la intersección con Bolívar.Ambos aseguraron ante los investigadores que al llegar se encontraron con la puerta semiabierta. Entraron y entonces se toparon con el drama: el cuerpo estaba tendido en el dormitorio, al lado de la cama, vestido con una bata de baño y con signos de una feroz golpiza.Las sospechas de los investigadores sobre De Jesús se iniciaron apenas minutos después de que el trabajo científico se iniciara en la escena del crimen. Una huella de zapatillas marcada en el piso de la habitación llevó a uno de los detectives hasta el exmarido, quien aguardaba fuera del edificio por novedades. Se ordenó entonces el secuestro del calzado que llevaba puesto . Sin saberlo, horas después ese procedimiento terminaría por involucrarlo: la autopsia encontró una huella de características similares en la frente de la mujer.
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