POSADAS. “Los rezos fueron escuchados” y finalmente, después de la intensa lluvia del viernes, el tiempo dio una tregua en la víspera y posibilitó que se concrete la decimosexta edición de la Bicicleteada Solidaria del Instituto Roque González, que una vez más demostró una gran convocatoria.“Hay que tener fe”, fue la frase más escuchada entre los participantes y seguida de una amplia sonrisa, porque con buen tino los organizadores resolvieron esperar hasta el mismo sábado para tomar una decisión sobre suspender o no la “pedaleada” que se realizó sin contratiempos.Muy temprano comenzaron los aprestos en la sede céntrica del Roque González y también en la quinta, porque la organización de este evento involucra a muchas personas pertenecientes a distintos sectores de la sociedad, alumnos, docentes, directivos, padres, exalumnos, Familia Verbita, Instituto Montoya, policía de tránsito municipal y provincial, además de la colaboración de numerosas empresas que año tras año se van sumando.Al mediodía se fueron concentrando los ciclistas y poco a poco toda la zona de Colón y La Rioja se tiñó de solidaridad, con saludos, abrazos y una alegría desbordante de los pedalistas de todas las edades que se iban ubicando en grupos para esperar el momento de la salida, que se hizo tal como estaba previsto, con la invocación religiosa.“Este evento nos recuerda la importancia y el valor que tiene la solidaridad. En estos tiempos donde se vive con tanto egoísmo e individualismo, es bueno que busquemos caminos que nos conduzcan hacia una sociedad cada vez más solidaria y equitativa”, dijo el padre Juan Rajimón, rector del Instituto Roque González, quien tradicionalmente acompaña la actividad de principio a fin.OrdenadosLa masa de ciclistas, entre los que se podían observar alumnos de distintas escuelas, cumplió el trayecto previsto en forma ordenada, sin apresuramientos, cosechando el saludo de familiares que se apostaron a lo largo del recorrido en diferentes puntos estratégicos, bajo los tenues rayos del sol, acompañados por la imagen de San Roque González y el cordón de seguridad de los alumnos del Profesorado de Educación Física del Montoya.En esta ocasión hubo una sola parada -años anteriores eran dos- que sirvió para descansar unos minutos e hidratarse en inmediaciones del puente aéreo ubicado en cercanías del arroyo El Zaimán. Luego, la larga e interminable fila siguió con destino a la quinta del colegio situada en Fátima, donde los aguardaban los ciclistas más pequeños, del nivel inicial, que se sumaron y completaron el último tramo del recorrido, ante el aplauso y algarabía de los presentes.El objetivo estaba cumplido, la bicicleteada fue una buena excusa para que todas las familias se unan más, compartan una jornada de esparcimiento e intercambio y puedan colaborar con los que menos tienen.
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