L a remoción del juez Luis María Cabral de la Sala I de la Cámara de Casación, por decisión del Consejo de la Magistratura y en momentos en que ese tribunal debía fallar respecto a la constitucionalidad del Memorándum de Entendimiento con Irán; volvió a erigir, en paralelo al proceso electoral, una postal común en los últimos años, la confrontación entre el gobierno kirchnerista y un sector de la Justicia. La salida de Cabral deja en suspenso el fallo del Tribunal respecto al Memorándum, que se debía dar a conocer el próximo martes y plantea una judicialización múltiple, ya que Cabral cuestiona su desplazamiento y prepara una acción de amparo, en tanto que la diputada Elisa Carrió ya presentó una denuncia penal que involucra hasta a la presidenta, Cristina Kirchner, y que será evaluada por el juez Rafecas. Las sospechas de que el reemplazo se hizo para frenar un fallo desfavorable al acuerdo con Irán, o sea una presión indebida sobre la independencia judicial, hizo que sectores de la Justicia y ciudadanos que ya habían convocado a manifestaciones contra el gobierno por la muerte del fiscal Alberto Nisman y la embestida en Diputados contra el cortesano Carlos Fayt, llamen a una movilización para el próximo 14 de julio a Plaza de Mayo.Aunque la separación de Cabral reaviva tensiones entre la magistratura y el gobierno, no se espera que estas alcancen un nivel equivalente al de junio de 2013, cuando -también en un marco eleccionario- la Corte Suprema declaró la inconstitucionalidad de los principales artículos de la reforma del Consejo de la Magistratura que previamente había aprobado la mayoría kirchnerista en el Congreso, sancionando la elección popular de los miembros del mismo, entre otras medidas del paquete de “democratización de la Justicia”. En octubre de 2013, cabe recordar, el kirchnerismo que venía de celebrar un triunfo sin atenuantes dos años antes, (cuando Cristina obtuvo la reelección con el 54,11%, sacándole 37,3% al segundo) sufrió un fuerte sacudón electoral, ya que se impuso a nivel nacional como primera minoría, pero sólo con el 32,27% de los sufragios. En esa elección de medio término, la noticia relevante fue la derrota oficialista en la Provincia de Buenos Aires a manos del candidato del Frente Renovador, Sergio Massa, quien se impuso con el 43.25% de los votos sobre el oficialista Martín Insaurralde, que recibió 32,33%. Unidad a la derivaLa referencia a las elecciones legislativas de 2003 viene al caso hoy dado que los resultados de esos comicios se pueden considerar como la base numérica, y energética, de las estrategias de la oposición, que en los dos años siguientes actuaron en base a la presunción de que la mayoría opositora desarticulada que reflejaban los resultados de la legislativas confluiría naturalmente, dos años después, en un frente unido que dejaría fuera de juego al kirchnerismo en 2015 tras más de una década de gobierno. La estrategia elaborada en base a esa premisa, aparentemente, no condujo a los resultados esperados. Cuando falta menos de un mes para las Paso, los analistas coinciden en que la balanza electoral parece inclinarse más hacia un triunfo del oficialista Daniel Scioli en primera vuelta, que a la pronosticada victoria opositora. Las diferencias de comportamiento del electorado según se trate de elecciones de medio término en las que no está en juego el gobierno central o comicios presidenciales -donde es posible marcar matices y diferencias sin alterar la suma política total- es un tema conocido del análisis político que parecería influir hoy. Al menos, la tesis de una victoria cantada del anti kirchnerismo parece haber perdido peso en el arco opositor, y en lugar de una clara tendencia unitaria, predominan las estrategias personales y la fragmentación de propuestas. Un caso paradigmático es el de las constantes tensiones de la UCR y el PRO en el frente Cambiemos, donde en la definición de candidaturas se vio la mano férrea del macrismo, dejando pocos espacios a los aliados. El titular de la UCR, Ernesto Sanz, graficó la debilidad de la alianza, al señalar -curiosamente- que Cambiemos “es una alianza para gobernar, no es electoral” y afirmar que “después de las elecciones de octubre, el acuerdo va a tener que ser ratificado por el partido”. Es cierto que las elecciones se ganan “en la cancha”, y no se puede descartar que en las Paso la diferencia entre los dos candidatos que hoy lideran las encuestas, Scioli y Macri, sea menor de la esperada y deje abierta la posibilidad de una rehabilitación de la oposición en segunda vuelta. En el oficialismo se especula con un triunfo alegando que el electorado se motivará más por el lema, pragmático, de la continuidad que con las propuestas que postulan un cambio. El oficialismo, basado en el crecimiento del 1,5% del PBI que anunció el Indec y las afirmaciones de la presidenta, que auguró un crecimiento del 6,4 % para el último trimestre; se esperanza en llegar a los comicios finales apoyado en un veranito económico. A medio caminoEn tanto, el triunfo electoral del radicalismo en Mendoza y el conteo final que a mediados de semana le dio la victoria al socialista del Frente Cívico y Social en Santa Fe, y le cerró por segunda vez las puertas del cielo en la cara al candidato del PRO Miguel del Sel, no se reflejaron en grandes festejos ni alentaron proyecciones nacionales. Por el contrario, la virtual paridad ratificó un mosaico políticamente diverso en las provincias; reacio a confirmar la hipótesis de un voto cantado, prevaleciente en los inicios de la campaña. Es que en el cierre de la inscripción de fórmulas para las Paso del 9 de agosto, la semana pasada,se desvanecieron algunas “premisas ganadoras” como la supuesta victoria del massismo en territorio bonaerense, las posibilidades de una convergencia de último minuto de Macri y Massa, y la presunción de que la UCR nacional le daría al macrismo el poderío territorial que le falta para instalarse como fuerza nacional. Por su lado, haciendo uso de la cadena nacional para anuncios de gobierno, Cristina se mostró militante el jueves en La Pampa acompañada de la fórmula Scioli-Zannini y los principales candidatos oficialistas, y ratificó el escenario de polarización al tirar por elevación contra el macrismo al decir. “A muchos no les importan los números; a nosotros sí porque no se gobierna con globitos y chamuyo, sino con números y gestión”, referencia a los globos con los que Macri adorna sus actividades de campaña. Al otr
o día, Macri replicó desde La Rioja: “Estoy de acuerdo con la Presidente en que no se gobierna con chamuyo y globitos, por eso voy a gobernar la Argentina desde diciembre con números reales, no los que dibuja el Indec sobre la inflación y el 5% de pobreza”. Unidos pese a todoEn la provincia también el cierre de la inscripción de frentes y alianzas sirvió para despejar algunas dudas sobre los alineamientos electorales en la oposición, ratificando que el gran frente de unidad que se barajó como hipótesis dominante en los últimos meses no tiene todas las cartas a su favor. La inscripción de un partido propio que llevará la boleta nacional de Scioli en las Paso, por de pronto, dejaría técnicamente al margen de una alianza anti K provincial al diputado Héctor Bárbaro, uno de los mas infatigables actores de las conversaciones previas. El radicalismo, parece tan conflictuado como antes de la decisión de su presentación en las Paso con nombre propio y variada oferta, y aunque sigue embanderado detrás de la candidatura del diputado Gustavo González; son insistentes las versiones de que la propia conducción ucerreista hace esfuerzos para bajarlo. Pero el eldoradense se aferra a su nominación. En los últimos días, declaraciones de Hernán Damiani, Claudio Wipplinger y Ramón Puerta -cada uno por su lado- plantearon la posibilidad de que el frente anti-renovación resurja de las cenizas luego de las Paso y ponga en aprietos a la renovación. El PRO, sin embargo, desalienta cualquier comportamiento opositor en manada, insistiendo en que el macrismo se beneficia si concurre sin aliados que no le aportan un caudal sensible de votos ni una certeza política. No dudan de que Macri no aceptará que nadie “se cuelgue de la boleta” y creen que la vía solitaria los llevará, sino al triunfo, a un posicionamiento como segunda fuerza provincial cómoda.
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