El esperado triunfo del candidato macrista Horacio Rodríguez Larreta, el domingo pasado en la Ciudad Autónoma, como el también descontado triunfo del pupilo de De la Sota, Juan Schiaretti, en Córdoba, reanimaron expectativas en la oposición en momentos en que falta menos de un mes para la realización de las primarias nacionales del 9 de agosto próximo, cita que definirá en gran medida las presidenciales de octubre.El oxígeno que ganó Mauricio Macri en su empeño presidencial, al retener el control político del distrito Capital no alcanzó, igualmente, el volumen necesario como para ahorrarle la prueba del ballotage, obligado por la legislación electoral porteña, que se librará entre Rodríguez Larreta (PRO) y su aliado en Cambiemos, Martín Lousteau (ECO), a pesar de que el primero se impuso por una contundente mayoría de 45,5% de los sufragios. En medio de un recalentado debate mediático, no faltaron suspicacias -fogoneadas desde el massismo- sobre la decisión del candidato kirchnerista, Mariano Recalde, de liberar a sus votantes en la segunda vuelta, que se realizará el próximo domingo, y que algunos vieron como un gesto conciliador del kirchnerismo.En ese contexto, el expresidente Duhalde se asomó a las primeras planas deslizando que a Macri “le faltan uñas para guitarrero como para aspirar a la presidencia”, opinión que, en tono de reproche, refleja la desilusión del peronismo anti K ante la tendencia a la polarización entre Macri y Daniel Scioli, reafirmada a partir de que el Jefe de Gobierno le cerrara al massismo el ingreso al espacio que culminó en la alianza Cambiemos. La polarización, en rigor, remite a cuestiones más objetivas y complejas que a las teorías conspirativas de quienes no lograron navegar la cresta de la ola electoral, y más allá de las decisiones basadas en las encuestas y el marketing político, refleja la emergencia de una nueva matriz político-partidaria en el país, alejada -pero al mismo tiempo deudora- del tradicional bipartidismo. Cierto es que Macri vio elevarse su imagen en las encuestas a partir de que se decidió a no compartir un espacio común con Massa y a diferenciarse consecuentemente del peronismo tradicional; más allá de que esta estrategia tenga sus paradojas, como la inclusión en el espacio “puro” del PRO del partido Fe del justicialista “Momo” Venegas, referente del peronismo ortodoxo; o el protagonismo del justicialista Christian Ritondo en las políticas sociales de corte duhaldista que ejecuta el PRO en la zona sur porteña. Macri, por su lado, al hablar en el búnker del PRO el domingo, se encargó de dejar en claro su postura afirmando que el Gobierno nacional “quiere sembrar desde la mentira y el miedo” y agregar que “dicen que nosotros queremos volver al pasado, pero ellos son el pasado, han gobernado los últimos 25 años”. Cruces complicadosEn este contexto, la difusión de algunas encuestas de opinión con ventaja ostensible para Daniel Scioli en la postulada final de a dos en las Paso y la imagen positiva de Cristina, alientan los ánimos en el kirchnerismo que se juega en la cruzada de lograr una victoria en primera vuelta y evitar un ballotage en el que, presuntamente, Macri podría recargar nuevamente pilas con el apoyo de otros sectores del arco opositor, entre ellos el propio massismo, si es que logra salir de las primarias con capital para apostar. El saludo de Schiaretti a Scioli al otro día de las elecciones en la provincia mediterránea, a su turno, se interpretó como otra señal de las complejas interacciones en el peronismo y de las dudas que despierta la candidatura del bonaerense en los sectores más duros del kirchnerismo. La presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, ejemplificó el estado de ánimo de muchos en el oficialismo, al hablar el lunes en el Foro Nacional y Latinoamericano para una Nueva Independencia, en Tucumán, frente a un auditorio de militantes kirchneristas: “Yo a Scioli no lo puedo ni ver. Pero bueno, la Presi mandó, qué sé yo”, reflexionó Bonafini.La presidenta, Cristina Kirchner, también habló en Tucumán en el acto oficial del festejo de los 119 años de la independencia nacional, una de sus últimas apariciones públicas de relevancia antes de las primarias, en la que advirtió -en el tono de campaña militante que caracterizó a su intervención- que si los argentinos “no defienden lo logrado en estos doce años, van a intentar volver con políticas neoliberales”. Cristina tuvo que soportar, sin embargo, que en horas previas a su llegada en el tedéum oficiado en la capital tucumana, el arzobispo Horacio Zecca lanzara duras críticas a los “protocolos sobre el aborto no punible y fertilización asistida absolutamente inaceptables”. En ese marco, el prelado pulsó la cuerda política al afirmar “¿de qué pluralismo y democracia se habla, cuando se convierte automáticamente en enemigo al que con todo derecho discrepa?”.En la provincia, el Gobierno volvió a dar cuenta este miércoles de su inflexibilidad respecto al debate sobre la construcción de represas en suelo provincial, ignorando una manifestación organizada por la Mesa por el No a las Represas, que se concentró frente a la Gobernación y marchó hacia la Legislatura. Debate sin cauceLa marcha, reforzada por ambientalistas brasileños y afectados de Yacyretá provenientes de Paraguay, mostró una contundente imagen de la preocupación de una parte importante de la ciudadanía frente a los proyectos de continuar construyendo complejos hidroenergéticos de gran porte en la provincia. El intento puntual de presentar un petitorio y una propuesta de sanción de una Ley de Ríos Libres, inspirada en la norma homónima vigente en Entre Ríos, no logró su objetivo, como era de esperar, dada la postura cerrada del Gobierno provincial en la materia. Bajada de líneaEn Misiones el estado de fragmentación de la oposición política dibuja en el horizonte cercano un escenario cómodo para el oficialismo, que ya olvidó los chisporroteos internos de los primeros meses del año y calienta los motores de su estructura provincial con la sorpresa que, según trascendió de los armadores de la campaña, los candidatos jóvenes y las caras nuevas serán un componente importante en la oferta electoral de este año.Así lo anticipó hace algunas semanas el conductor de la renovación misionera, Carlos Rovira, quien -según comentan en el Gobierno- viene ocupándo
se y planificando personalmente cada detalle de la campaña, y la maneja de acuerdo a sus planes originales esbozados con sus colaboradores estrechos allá por diciembre y enero pasado.Es conocido el desapego que tiene el presidente de la Legislatura a las encuestas pero, pese a ello, sus allegados dicen que las analiza “haciendo su propia lectura posterior”. Aseguran en su entorno que -por esta razón- no hubo sorpresa al conocer los números de una encuesta reciente, realizada por un consultor históricamente enemistado con la renovación: Francisco Capli. Éste ubica a la fórmula Passalaqcua-Herrera Ahuad cerca de los 50 puntos a nivel provincial, seguida por Ziegler y Gustavo González en torno a los diez puntos cada uno y el trío Cacho Bárbaro, Adolfo Velázquez y Alfredo Schiavoni, llegando a los cinco puntos.En la misma encuesta se analizó la intención de voto presidencial, donde Daniel Scioli se consolida cómodamente como el preferente de los misioneros, superando ampliamente los 40 puntos, seguido de lejos por Mauricio Macri que no se despega de los 25.La aparente contundencia de los números, dicen que no dio lugar a festejos ni siquiera muecas de celebración: “Hubo una bajada de línea del conductor”, trascendió, “a redoblar esfuerzos en el sentido de trabajar cerca de la gente con los mismos valores políticos que consolidaron el modelo renovador, acentuando la salud y la educación como pilares de integración, la obra pública y el desendeudamiento como motores de la economía; distante por ejemplo del nefasto ejemplo que dio Neuquén esta semana, contrayendo una deuda que compromete al futuro de los habitantes con 500 millones de pesos mensuales”, se diferenciaron en el entorno oficialista para sostener el modelo renovador.
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