La presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, volvió al ruedo en la semana, al anunciar el pronto envío de un proyecto legislativo destinado a trabar eventuales ventas de las acciones que posee el Estado en los directorios de varias empresas -privadas y públicas- obligando a que cualquier decisión en ese sentido tenga que validarse con una mayoría especial de dos tercios de los votos en las dos Cámaras del Congreso. El paquete, claramente destinado a marcarle la cancha al próximo Gobierno, incluyó además la creación de la Agencia Nacional de Participaciones Estatales (Anpee) y de una Comisión Bicameral permanente de participación Estatal en Empresas, integrada por ocho senadores y ocho diputados nacionales.La mandataria, fiel a su estilo, se metió de lleno en la campaña, opinando en una cadena nacional de dos horas, sobre la “campaña sucia” en Internet que previamente había denunciado Daniel Scioli -de la que dijo que “no es nueva y es contra el Frente Para la Victoria”- y sentando posición en el caso del joven radical muerto en Jujuy en todavía no aclaradas circunstancias. Lejos de encuadrarse en los parámetros de la teoría estadounidense “del pato rengo”, según la cual los presidentes que se ven privados de aspirar a un nuevo mandato sufren una drástica pérdida de poder y protagonismo al acercarse el fin de su gestión, Cristina mantiene su capacidad de marcar la agenda aún en esta compleja instancia en la que se dispone a dejar el gobierno. Los resultados de las Paso, en este contexto, continúan ocupando el centro de un escenario político que se construye, mayoritariamente, con conjeturas y aprontes especulativos respecto a la próxima cita electoral, las presidenciales del 25 de octubre, definidas como el momento de un dictamen-bisagra que miraría al futuro tanto como a lo actuado en la década pasada. Sobre la hipótesis de una elección reñida, y sin que se pueda despejar la incógnita respecto a si habrá un ballotage; los estrategas de las fuerzas políticas que participaron de las primarias, y mantienen sus aspiraciones, se manejan como en un campo minado, dado el ambiguo reparto de expectativas que dejó el acto eleccionario. El triunfo de Daniel Scioli -con 38,4% de los votos, más de 8 puntos sobre la segunda fuerza, Cambiemos; y más de 14 sobre su candidato, Mauricio Macri, respondió a una expresión que fue especialmente contundente en el Norte argentino. En las diez provincias del NOA-NEA, (con especial énfasis en Tucumán, Santiago del Estero y Misiones, en ese orden) el Frente para la Victoria sacó una diferencia de un millón y medio de votos a Cambiemos; cantidad equivalente al 75% de la diferencia total con la fuerza que llevó a Macri como candidato. El test de las Paso, no obstante, dejó en escena la paradoja de que el distrito que gobierna el candidato del FpV sea, en esta instancia, el que responde por los mayores interrogantes a futuro; dado que allí -se estima- se librará dentro de dos meses, un capítulo particularmente intenso de la llamada “madre de todas las batallas”. Es que inesperadamente, el macrismo consiguió imponer su candidata, María Eugenia Vidal, con el 29% de los votos en la provincia de Buenos Aires, a sólo 11 puntos de la sumatoria del FpV, en tanto el massismo se ubicó en un tercer lugar expectante. En base a este resultado, la oposición se ilusiona con lograr imponerse, en primera o segunda vuelta, en base a una unión amplia anti K; aunque no logra definir, hasta hoy, la forma y la condiciones de esa estrategia.Como lo demostró la experiencia de las legislativas de 2011, cuando la oposición emergió como primera mayoría pero no pudo, en la práctica, manejar el cuerpo legislativo; una cosa es aunar voluntades para votar contra iniciativas del Gobierno en una sesión parlamentaria, y otra muy distinta es conformar un equipo a la hora de gobernar y ser alternativa de poder. Las declaraciones de dirigentes instando a la celebración de un compromiso programático opositor basado en “políticas de Estado”, sería un avance simbólico, pero no es seguro que tenga capacidad de motivar al electorado. electorado. Orgullo y prejuicioEl dilema opositor es especialmente agudo en la provincia, donde los resultados de las Paso en Misiones le jugaron una mala pasada a la conducción radical. La que, a pesar de haberse jugado detrás de la embestida del senador Ernesto Sanz para atar la suerte del radicalismo a la figura de Mauricio Macri; y de haber trajinado desde el año anterior interminables reuniones en casa del diputado Alfredo Schiavoni -en las que tempranamente se idealizaba un frente amplio opositor-, cuando llegó la hora de la verdad, le dio la espalda al PRO misionero y se sumó de apuro al frente Progresista (con el socialismo, el GEN y la Coalición Cívica). Tras el catastrófico resultado de esa incursión electoral, el radicalismo intenta rearmar su estrategia y busca insertarse en Todos Juntos, el frente que armaron el PRO y otros sectores, pero sus movimientos no parecen encontrar el camino correcto. Curiosamente, los mismos dirigentes que habían hecho de la candidatura a gobernador de Gustavo González el producto de una anticipada interna, en principio inamovible; ahora se lanzaron a una furiosa arremetida contra el candidato, para convencerlo de que se baje y deje el camino libre a una reconciliación con el PRO. El jueves hubo una reunión en el Comité Provincia en la que no sólo se ratificó la estrategia de presión sobre González, -que naturalmente se niega a bajarse y rifar el resto que le queda de capital político- sino que se habló de una inédita presentación ante la Justicia Electoral para doblegar la resistencia del PRO misionero, a compartir el frente electoral. La apelación a la Justicia parece ser una jugada basada en la desesperación, ya que además del poco sentido común que se observa en la intención de sellar una alianza electoral en base a la presión, la UCR misionera no puede jurídicamente integrar otro frente que no sea el que inscribió en las Paso. Si quisiera sumarse a otro agrupamiento, como es el caso, lo puede hacer sin representación institucional como UCR. La táctica de llevar la boleta presidencial de Macri -que ahora representa el Santo Grial para el devaluado radicalismo local-, sólo se podría concretar si el macrismo otorga explícitamente su permiso, algo que parece una utopía. Según versiones, la alianza con el macrismo se está concretando de hecho, con acuerdos directos de dirigentes radicales del interior, que prefieren llevar al boleta del PRO en lugar de seguir las laberínticas estrategias de la conducci&oacut
e;n damianista del partido. El diputado Mario Pegoraro, se comenta, ya habría servido de nexo para acarrear al PRO a una buena cantidad de punteros y dirigentes del Sur provincial. Debate anticipadoEn la Cámara de Representantes de Misiones, sorprendió la orden de iniciar el próximo martes 25 el debate por el presupuesto 2016, cuando semanas atrás, se dijo que se postergaba el tratamiento en comisión hasta que el pueblo misionero decida sus próximos gobernantes en las urnas el 25 de octubre.Sin embargo, hubo una explicación: en la comisión de presupuesto están representadas varias bancadas y quienes no son vocales de la misma, pueden participar, preguntar y opinar, muchas veces con limitaciones que impone la presidencia a cargo de Marcelo Rodriguez para preservar a funcionarios que no pueden explicar lo inexplicable.Ratificaron que irán las principales figuras del gabinete de Closs a explicar el destino de los más de 30 mil millones de pesos solicitados por el gobernador en el ocaso de su mandato.Trascendió que Educación (CGE y Ministerio) serían de los últimos en desfilar por la comisión para evitar momentos de tensión con los docentes de paro y sin solución a la vista. Es que trascendió que además de la plaza 9 de Julio, el acampe volvería al Parque Paraguayo para presionar una salida satisfactoria para los docentes en lucha desde hace semanas.
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