La premisa de los equipos económicos de los principales candidatos parece dejar atrás las ideologías y apuntar al objetivo de conseguir rápido los dólares que la economía necesita para evitar tener que formalizar lo que a esta altura es casi un hecho: la Argentina ya devaluó, sólo falta formalizarlo.Hace tiempo que los agentes económicos realizan sus principales planes sobre la base de un dólar mucho más parecido al blue que al oficial, a esta altura una referencia que sólo beneficia a quienes viajan al exterior y perjudica a los exportadores. No es un dato menor, y refleja el nivel de inconsistencia de la economía argentina, que la diferencia entre uno y otro dólar roza el 70 por ciento. Si bien en los últimos meses el Banco Central aceleró el proceso de microdevaluaciones, el retraso cambiario aparece como uno de los principales temas de agenda a resolver por quien resulte electo presidente. Es la razón por la que los principales postulantes ya hablan de lanzar un blanqueo de capitales amplio, una medida que carece de originalidad y que fracasó mil veces en el país, por la contundente razón de que nadie quiere exponer sus dólares al siempre largo brazo del gobierno. El hecho de que Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa coincidan en la necesidad de que ingresen divisas, refleja uno de los principales desafíos que dejará un gobierno en el ocaso.El déficit fiscal, la casi desaparición del superávit comercial, pero también la delicada situación social apenas sostenida con alfileres mediante planes sociales, obligará al nuevo gobierno a actuar rápido y en forma eficaz. Scioli dijo que eso no hace falta, porque Cristina Fernández dejará un país ordenado y en proceso de desendeudamiento. Sin embargo, su principales promesas de campaña se dan de bruces con esa retórica con la que busca congraciarse con el kirchnerismo de paladar negro, que lo votará tapándose la nariz.El candidato oficialista dijo que saldrá a buscar nada menos que 30.000 millones de dólares anuales y aplicará una rebaja de Ganancias que Cristina resistió hasta el final, llevando a 30.000 pesos el mínimo no imponible. Si la situación fuese casi de “piloto automático”, como la intenta pintar el postulante oficialista, no se entienden varios de sus anuncios. Lo mismo ocurre con la negociación de la deuda: mientras Scioli elogia la estrategia argentina ante los fondos buitre, ya negocia una salida que reabra el grifo de financiamiento internacional para el país, como dejó bien claro el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, una de sus principales espadas.El economista Miguel Bein le diseñó un modelo teórico al candidato cuyo principal capítulo está vinculado con la necesidad de “recapitalizar al Banco Central” y dar “incentivos” para atraer iones, en especial al trigo y al maíz, que hasta podrían llegar a eliminarse, y reducir las de la soja. Incluso Scioli estaría de acuerdo en esa medida que viene siendo anunciada hace tiempo por sus principales contendientes. El oficialista ya habría iniciado gestiones ante organismos multilaterales para provocar un “shock de dólares” destinados a obras de infraestructura con el objetivo de dinamizar la economía y la construcción.Existe consenso en que hay varios elementos del modelo que se necesitan cambiar, en especial el aislamiento cada vez más profundo que muestra la Argentina y cierto discurso antimercado que dominó sobre todo el segundo gobierno de Cristina.Bein recomienda devolver rentabilidad a la exportación por las vías fiscal, la reducción de costos y los incentivos crediticios. El economista propone devolver rentabilidad bajando impuestos y en paralelo financiar los $ 70.000 millones de costo fiscal con una agenda de reducción de subsidios mal asignados, para evitar en el arranque el deterioro de las cuentas públicas.Habrá que ver cómo se implementa esa medida si Scioli se convierte en el primer gobernador bonaerense en llegar sin gestiones intermedias a la presidencia.Pero más preocupante es el diagnóstico que los propios sectores del kirchnerismo vienen haciendo y que llegó a oídos del candidato presidencial.Esa lectura admite que el modelo de concentrar todos los esfuerzos en el mercado interno está al borde del agotamiento, y que la mejor demostración de eso fue el hecho de que la presidenta, casi en un intento desesperado, haya apelado a sugerir “sustituir exportaciones”, ante la caída de mercados como el brasileño, algo nunca visto en la economía. En ese marco, deberán asumir el desafío de atender las inconsistencias de un modelo extenuado. Habrá que ver si aciertan con la receta adecuada, pero sobre todo si los inversores les dan un voto de confianza llegado el momento.
Discussion about this post