Nos alegramos en el Señor y nos unimos al coro de los Ángeles y Santos, que cantan y celebran la gloria del Señor. Como Iglesia que peregrina en el tiempo nos unimos al cántico de la Iglesia celestial, para celebrar a Cristo, fuente de toda santidad y gloria, en medio de una infinitud de Ciudades donde habitan los hombres, mujeres, jóvenes y niños de toda raza y nación.Ellos son los marcados en la frente y revestidos con la vestidura blanca de Cristo. Ellos Templos del Espíritu Santo en la tierra por el bautismo, vivieron en la caridad el amor de Cristo y propagaron a través de sus obras su misericordia el amor de Jesús.A las personas que caminan el camino de la justicia, Cristo, que les ha impreso el carácter indeleble del bautismo, vive en ellos con la fuerza de su Espíritu impulsándolos a las obras de misericordia y a una vida discipular. Por eso ellos son llamados discípulos y misioneros del Señor, los que habiendo purificado su vida y llegaron a la pureza del corazón, alcanzan y que ostentan la dignidad de “amigos del Señor”, y Cristo los reviste de pureza y de gracia en virtud de su sangre. Así pues que la santidad no es otra cosa que el camino de maduración de la gracia bautismal a lo largo de su vida.El texto sagrado dice (Apc.14) que los santos son los que vienen de la “gran tribulación”, que es la lucha en defensa de la fe, una fe vivida a lo largo de sus vidas, la persecución del mundo y de los hombres por esa fe y finalmente la que sufren los mártires, la sangre derramada en defensa de la misma fe.Hay una multitud de santos, los que son reconocidos por la Iglesia y los “santos anónimos”. Hoy incluso escuchamos que en Países especialmente del medio oriente, católicos o no, hay muchos niños, jóvenes y adultos que son ajusticiados por ser cristianos. Siria por ejemplo, no está lejos de las noticias cotidianas de estos sacrificios y así otros lugares. Ellos proclamaron a viva voz lo que vivieron en sus caminos diarios, que son de Cristo y que lo confiesan hasta morir. Otros los que a lo largo de sus vidas vivieron la fe del bautismo trabajando como cualquiera para vivir, pero que en esa vida practicaron su fe, las obras de caridad y de misericordia.Todos debemos saber que con la purificación del bautismo, que nos asoció a la Pasión de Cristo, para vivir nuestras vidas cumpliendo los mandamientos y viviendo en la práctica de los sacramentos, con la ayuda de la gracia, el camino cristiano que nos hará culminar en la gloria de Dios.Los Santos asociados a la gloria de Dios, contemplan su rostro, el de Dios, a través de la Humanidad Gloriosa de Cristo, y debemos esforzarnos por vivir en la tierra como verdaderos hijos de Dios y verdaderos cristianos con la ayuda de la gracia, para culminar así nuestra vida terrenal.Que la Virgen, la más Santa, nos ayude en este camino.
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