La investigación no se detiene y de a poco surgen nuevas pistas sobre el caso que conmueve a la provincia. Una pericia estableció ahora que la víctima ya estaba muerta cuando el automóvil en que fue encontrada comenzó a arder en llamas. Al menos algo del misterio parece comenzar a salir a la luz.
PRIMERA EDICIÓN pudo confirmar la revelación de los forenses, que indicaría entonces que los asesinos primero mataron y luego intentaron borrar evidencias con el fuego. Casi cumplen con su objetivo, aunque la ciencia al servicio de la verdad comenzó a arrojar los primeros resultados.
La novedad fue posible gracias al examen de carboxihemoglobina, que no encontró rastros de monóxido de carbono en los pulmones de la víctima. En eso se basan los forenses para arribar a la conclusión mencionada con antelación.
Con respecto al VW Bora que manejaba el preventista bonaerense Nicolás D’Amico (35), donde fueron hallados los restos, se conocieron otros dos detalles de importancia. El primero tiene que ver con que todo indicaría que no se utilizó líquido combustible para iniciar el fuego sino papel o un agente similar, que ganó fuerza cuando los homicidas abrieron las ventanillas para que ingresara oxígeno.
La segunda cuestión tiene que ver con restos de plomo hallados en el baúl del vehículo. Podrían ser vestigios de proyectiles y, entonces, se podría hablar de una ejecución con un arma de fuego. Nada se puede descartar, incluso que esos restos sean parte también del lote secuestrado en casa de D’Amico. Incluso hasta no es descabellado pensar que el preventista portaba un arma de fuego y que los homicidas pudieron habérselo quitado y ultimado con ese mismo elemento.
Así las cosas, gana fuerza la teoría de un ajuste mafioso ligado quizás a una deuda en el negocio de la distribución de carnes. Para los investigadores ese fue el principio del desenlace que se conoció el pasado viernes alrededor de las 23, cuando camino a Colonia El Chatón fue hallado el VW Bora totalmente incinerado, con restos humanos en el baúl. Si bien aún no se pudo establecer la identidad de la víctima, todo apunta a que se trata de D’Amico, en virtud de la pertenencias allí encontradas y que el preventista no aparece.
Desde entonces se habla de un ajuste de cuentas de índole mafioso, teoría que comenzó a ganar fuerza con los descubrimientos que se conocieron en las últimas horas.
Apuntan a una abultada deuda
Tal como PRIMERA EDICIÓN anticipó el martes, efectivos de Homicidios y de la Saic llevaron a cabo a última hora del lunes un allanamiento en un abasto de Oberá, comercio al que D’Amico aparentemente vendía sus productos.
Del operativo comandado por la magistrada Selva Raquel Zuetta, titular del Juzgado de Instrucción 5 de Alem, surgió una novedad de interés que tiene que ver con que fue demorado un joven que sería empleado del abasto en cuestión, quien intentaba escapar con una notebook bajo el brazo cuando llegaron los policías.
En la escena se secuestró también una computadora de escritorio y varios teléfonos celulares. La sospecha es que habría una deuda que superaría los 400 mil pesos y que D’Amico, en función de su trabajo para una firma de Lobos, en Buenos Aires, intentaba cobrar.
Lo cierto es que las autoridades llegaron a ese lugar gracias al sistema de rastreo satelital que tenía el VW Bora, que emitió señal por última vez alrededor de las 16 del sábado en las inmediaciones.
Por si lo anterior fuera poco, en la escena también se secuestraron proyectiles calibre 22 milímetros que ahora serán sometidos a pericias. Una teoría indica que una abultada deuda tendría que ver con el hecho.
Llegó la familia para el ADN
Los familiares de Nicolás D’Amico (35) arribaron ayer a Leandro N. Alem y se entrevistaron con las autoridades para ponerse al tanto de los pormenores del caso que sacude en estos momentos a Misiones.
Posteriormente, fueron conducidos hasta el Cuerpo Médico Forense, en Posadas, donde se les iba a extraer una muestra de sangre para confirmar, a través de un ADN, si como se supone los restos son de D’Amico.
El celular hallado cerca del auto, una cadenita metálica y la cédula azul del vehículo, documento que estaba a su nombre, permiten a los investigadores suponer que se trata de él.