Lo que nos lleva a la paz y a la reconciliación en nuestra alma es el desarrollo personal y la inclusión de todo lo que habíamos excluido o menospreciado.La paz comienza en el alma, cuando todos los aspectos que previamente negué, rechacé, juzgué, lamenté, reprimí, proyecté, puedan tener un buen lugar y descansar al lado de los aspectos que apruebo en mí. Cuando pueden ser amados por su significado, por sus consecuencias y su contribución a mi crecimiento. Podemos alcanzar la paz en nuestra familia, cuando encontremos lugar en nuestra alma para cada integrante de nuestra familia, lo mismo para los que no están a la altura de los estándares o ideales de familia. Podemos contribuir a la paz en otras áreas cuando respetamos los valores de todos los demás, sus cualidades únicas, quienes son, lo que han logrado, y su contribución al todo. Esto requiere que respetemos sus culpas. Esta culpa, pertenece a la dignidad de cada individuo. Lo que nos lleva a la paz y a la reconciliación en nuestra alma es el desarrollo personal y la inclusión de todo lo que habíamos excluido o menospreciado. ¿Qué pasa si reconozco al otro, aunque sea diferente, como mi igual, como un ser humano igual a mí?¿Qué pasa si miro, no sólo a mi familia, mi grupo, mi país, lo que pienso, mi idioma, sino también al de él o de ella y reconozco que los otros aunque diferentes a mí, son iguales a mí y merecen el mismo respeto? Renuncio a mi superioridad, la creencia en mi propia superioridad. Y le doy al otro un lugar de igualdad en mi corazón. Así me vuelvo rico, más humano pero de alguna manera pierdo la exclusividad de la pertenencia a mi propio grupo. Renuncio a algo de mi propia seguridad y crezco.Colabora: Patricia [email protected] Facebook: Patricia Mónica Couceiro 376-4433051
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