“¡Transmitan la esperanza!”, fue el pedido que el papa Francisco formulara en uno de sus mensajes a los medios de comunicación. Y sin duda es un llamado para que podamos reflexionar como sociedad argentina, ante los mensajes que dan nuestros medios y las situaciones especiales que ha generado el ballotage. Todo ello nos invita a manifestar nuestra madurez como sociedad civilizada y elegir a nuestros futuros gobernantes desde la libertad y la responsabilidad comprometiéndonos a ser partícipes del destino de nuestra patria. Leyendo los periódicos y mirando los programas televisivos donde últimamente nos apabullan con posturas que solo buscan confundir al votante; nos da la sensación de que hay pocas propuestas valederas y que el futuro no es muy alentador. Todos somos conscientes de los innumerables problemas que a diario experimentamos: situaciones de violencia, inseguridad, inestabilidad económica, crisis de las instituciones, etc., que ojalá no nos lleve al desaliento y al pesimismo que a menudo opaca la alegría y la esperanza de nuestra sociedad. Sin embargo, no podemos esperar que los cambios vengan desde afuera y que alguien nos resuelva todos los problemas que vivimos como sociedad. Es fundamental y necesario que entre todos afrontemos las situaciones de crisis con responsabilidad y sosteniendo el orden social e institucional que nos llevará por caminos certeros.Es un tiempo en el que necesitamos sembrar esperanza, acercándonos a los problemas y dificultades con apertura y con un gran sentido de solidaridad. Porque sabemos que la crisis se agudiza cuando cada uno piensa en su propio interés. El mejor ejemplo de la actitud que debemos asumir en estos tiempos, lo encontramos en la Palabra de Dios que nos dice: “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno” (Hch 2,42-45).Ojala que en estos próximos días sigamos fortaleciendo nuestra democracia y que sea una hermosa oportunidad para ejercitar una profunda solidaridad, no solo en estos tiempos de campaña, sino asumiendo de manera permanente una actitud y un estilo de conducción de nuestros pueblos, según los valores del Evangelio, poniendo en común tantos dones y talentos que Dios nos ha regalado para pensar en “nosotros”, y no en necesidades personales y momentáneas. Los animo a que, como sociedad adulta, demos ejemplo de una verdadera democracia que requiere de la libertad y responsabilidad de todos. Que asumamos el verdadero sentido de servicio para atender a los requerimientos de los demás y no con la intención de buscar apoderarse de un cargo. Y por encima de todo esto, pensemos en tantos hermanos nuestros que están lejos del poder y de la influencia, como también de la “civilización” de las grandes ciudades para que la solidaridad y el compartir nos muevan a generar espacios que respondan a las necesidades que padecen. Por eso el Santo Padre nos recuerda que “la esperanza cristiana es mucho más que un simple consuelo espiritual, porque se funda en la potencia de la Resurrección, testimoniada con la fe y las obras de caridad”.Seamos pues esperanza para las periferias, para nuestros ancianos que están solos y requieren de nuestra atención, nuestros niños que necesitan aprender, formarse y ser corregidos; seamos el ejemplo de fidelidad, rectitud y esfuerzo sincero, lejos de una vida fácil, sin esfuerzo. Seamos esperanza para una comunidad que puede confiar en el cuidado que dan sus dirigentes porque se preocupan y se ocupan. Es decir, sembremos esperanza para todos.
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