Araceli (7) no olvidará fácilmente la mañana del martes 10 de noviembre de 2015, cuando las aguas del arroyo Arriame en las que solía jugar por las tardes se llevaron por delante su casa, en la Picada Itatí de Caá Yarí, a seis kilómetros de Leandro N. Alem.Atrapada en el propio techo junto a padres y hermanos, la niña seguramente tampoco olvidará a esos dos hombres vestidos de camisa azul que llegaron por la ventana para rescatarlos del infierno de agua y borrarle las lágrimas y el medio. Tras cumplir con su trabajo, esos dos anónimos dejaron su estela en el agua y fueron en busca de más víctimas.Los dos quizás pasaron desapercibidos, pero no merecían quedar en el anonimato. La historia del sargento primero Fabio Andersson (39) y del oficial ayudante Guido Núñez (27) es el fiel reflejo de otros tantos policías que arriesgaron la propia vida en las inundaciones que azotaron el centro provincial. Sus nombres no aparecerán en ninguna película taquillera, pero ellos son los verdaderos héroes de carne y hueso de Misiones.“Cuando uno tiene puesto el uniforme no se puede dudar, en ese momento no hay tiempo para pensar”, dice ahora Núñez en la misma casa de Picada Itatí, a casi un mes de las inundaciones. PRIMERA EDICIÓN reunió a los dos policías con la familia que rescataron. Mucho más tranquilos, las dos partes por fin pudieron conocerse mejor.Héroes anónimosCaá Yarí es una pequeña localidad de apenas 135 habitantes emplazada en el centro provincial, a mitad de camino entre Santa Ana y Oberá, aunque mucho más cerca de Alem, de la que está separada por unos 15 kilómetros hacia el norte.La casi nula concentración urbana permite que la zona goce de cierta tranquilidad. Sin embargo, a veces lo que no da el hombre, da la naturaleza, como sucedió el 10 de noviembre, cuando en apenas dos horas llovieron 140 milímetros y los arroyos de la zona se desbordaron y causaron pánico entre los vecinos.“Cada vez que llueve así salimos a recorrer para poder ayudar a la gente. Ese día entramos en Picada Itatí, vimos que la casa se estaba inundando y había gente adentro”, recuerda el oficial Núñez. “El panorama era desesperante. Ver tanta agua nos hizo actuar de inmediato, eran seres humanos y sus vidas estaban en juego”, agrega.Junto a Andersson, los policías solicitaron el apoyo de un camión de la Municipalidad, ataron una cuerda al vehículo y otra a la vivienda. Esa era la única manera de llegar hasta las víctimas sin ser arrastrados por la corriente del arroyo Arriame, enfurecido contra todo lo que hallaba a su paso.“No podíamos esperar mucho tiempo, había que actuar en el momento, no paraba de llover y no sabíamos a qué altura podía llegar el agua”, recuerda Andersson. Ellos, los policías, también tienen familia. Detrás del uniforme hay sentimientos, emociones, quizás hasta temor. “Veíamos el miedo en sus rostros”, asegura. Pero la vocación de ayudar lo supera todo. Esta vez lo vivió en carne propia María Celia Gómez (38), Araceli, sus otros dos hijos y su esposo, herrero de profesión. Gracias al profesionalismo de los policías, la familia salió sana y salva de la trampa en que se había transformado la casa de Picada Itatí, donde viven hace apenas un año. Hasta entonces, no sabían que esa era una zona así de peligrosa.“Llovió toda la noche y no se sabe, no podíamos ver el arroyo. A la mañana estábamos tomando mate y de repente nos sorprendió el agua. No sabíamos que era zona de inundación. Temí por la vida de mi hija más chica”, confiesa la dueña de casa, y agradece: “tenemos que agradecerles a ellos por todo, porque vinieron y porque son gente con coraje que se arriesgó para salvarnos”. La mujer mira a los ojos a los policías y le alcanza el mate a uno de ellos. “Muchísimas gracias”, repite, pero ahora directamente a ellos. Antes de partir es el momento para las fotos. Núñez, María Celia y Andersson se acomodan detrás de la misma ventana que sirvió para escapar de las aguas. Todos sonríen y no es para menos: la vida los encontró para superar la dificultad. Y allí también está Araceli, que seguramente jamás los olvide. Esos dos policías no recibirán nunca un reconocimiento tan grande como el de su sonrisa y su memoria.“Dejaron en alto nuestra fuerza”Sobre el accionar de los uniformados, el encargado de Prensa de la UR-VI de Alem subrayó que “gente como ellos da buena fe de la institución, porque este tipo de cosas acercan al policía a la comunidad”, tras lo cual agregó que “debemos agradecerles porque dejaron en alto a nuestra fuerza”.Con respecto a las inundaciones que se registran en Alem y la zona, Flores recordó que las autoridades habilitaron varias líneas telefónicas para emergencias y pidió a los vecinos prudencia ante el trabajo policial, ya que muchos habitantes de la zona prefieren quedarse en sus casas pese al peligro por los desbordes.Por M.Galeano y N.Maradona
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