Sin embargo, lograr esta experiencia de fe no es tarea sencilla en esta sociedad de consumo que nos ofrece un sinfín de motivos para caer en el desaliento. En esta época en que nos acercamos a nuevo fin de año y en las que aparecen tantos compromisos, tantas necesidades, situaciones que apremian; es común que muchas veces nos sintamos desanimados y que nos quiten la alegría de la vida. El Adviento tiene una clave especial que es la esperanza. La cual no hace referencia a un concepto teológico, sino que trata de la alegría vivida por la fortaleza que nos viene de la fe. Por eso como leímos en la lectura del domingo pasado el profeta Sofonías nos dice: “Regocíjate, alégrate, gózate, grita de júbilo”. Aún en los peores momentos de la vida, cuando todo parece que se acaba, la esperanza que sostuvo al pueblo Israel nos recuerda que Dios actúa en la historia humana y nos abre caminos. Es la esperanza que nos debe llenar de alegría a pesar de tantas situaciones de desalientos. Es por ello, que aun en medio de las corridas de todos los días, los animo a encontrar un tiempo privilegiado para la oración y la contemplación de la Palabra de Dios, que seguramente nos ayudarán a resignificar las cosas desde la fe. San Pablo en la Carta a los Filipenses nos dice: “Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres. El Señor está cerca”. Por eso considero que cada vez que sentimos la cercanía de nuestro Dios en la fe, la alegría aumenta en nuestro interior y no tenemos motivos para estar tristes y desanimados. Todo esto justifica la necesidad de que en este adviento, encontremos un tiempo especial para nuestra fe, contemplando y reconociendo la cercanía de nuestro Dios.Adviento nos llama a la conversión. La verdadera conversión se logra cuando uno sale de los encierros de nuestra comodidades personales hacia el gozo del encuentro con nuestros hermanos, especialmente aquel que sufre y necesita una palabra de aliento, es ahí donde se multiplica la alegría del Evangelio. Y en este tiempo de Adviento esperamos vivir un gran encuentro con Dios en la fe y con nuestros hermanos en las próximas fiestas navideñas.Este tiempo de espera sirve para que crezca la esperanza de que la alegría y la paz definitivas son posibles si escuchamos el llamado de Jesús a vivir como hermanos, si dejamos crecer en nosotros el deseo de paz y rezamos, trabajamos y hacemos todo lo posible por la paz, contra el odio, la venganza y el miedo.El Adviento nos invita a ser protagonistas de la esperanza, haciendo realidad en nuestra vida la misericordia y generosidad de nuestro Dios. La alegría nace de un hombre y una comunidad que crece, que supera sus crisis, que aún con el riesgo de cometer errores, sabe hacer algo por sí mismo y por los demás, dando paso a la fuerza del Espíritu. Que la venida de Jesús anime nuestro Adviento para que podamos comprender en plenitud el valor y significado del misterio de la Navidad, y así ayudar con alegría a que llegue pronto el Reino de Dios; aportando nuestras acciones de amor, justicia y solidaridad.P. Juan RajimónMisionero del Verbo Divino
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