La Argentina acaba de batir el récord mundial de las desmesuras cometidas en el tan poco tiempo de mandato de un Presidente, apenas pocos días, y lo singular es que nadie se quedó afuera de los desbordes, ya que el macrismo y los opositores del Frente para la Victoria se sacaron chispas para ver quién se destacaba más con sus propios excesos.Lo consiguió el kirchnerismo, con un masivo acto en la Plaza de los Dos Congresos de repudio a las primeras medidas de gobierno de quien lo desalojó del poder, pero también Mauricio Macri pagó un duro derecho de piso y le dio a sus rivales una letra maravillosa, cuando al cuarto día de andar cometió un infantil error político y designó por un Decreto y “en comisión”, con el amparo de la Constitución es cierto, a dos connotados juristas, el peronista Horacio Rosatti y el alfonsinista Carlos Rosenkrantz, para ocupar las vacantes que dejaron en la Corte, Carlos Fayt y Eugenio Zaffaroni.La jugarreta, más propia de la imposición como método que representaba Cristina Fernández de Kirchner, a quien siempre se le criticó sus tantas veces demostrado desapego a la institucionalidad democrática, que del clima casi natural de diálogo que había empezado a tejer el nuevo Presidente con sus rivales en las elecciones primero y con todos los gobernadores después, tuvo una respuesta muy fuerte cuando la conducción del bloque K de Diputados vio el filón para colar críticas de todo pelaje y color, basadas en su conocido relato de años: manipulación (“estamos a favor de la división de poderes”), imposición (“esto es así como yo lo digo y no existe otra alternativa”) y división (“ellos o nosotros”).En concreto, la ahora oposición consiguió reunir, días atrás, más de 20 mil personas frente al Palacio Legislativo para lamerse las heridas y quejarse de todo lo que no se hace como a ellos les gustaría, a los que se sumaron lo típicos voceros del macartismo vernáculo: Hebe de Bonafini, quien llamó “hipócrita” al nuevo Presidente y Carlos Kunkel, quien solicitó “buscar”, a manera de escrache, a alguna persona que eligió a Macri con 51,3% de los votos para “exigirle cuentas”, básicamente sobre la liberación cambiaria, la reformulación de la Ley de Medios y el nombramiento a dedo de los cortesanos.Las críticas a esta última decisión del nuevo Presidente le llovieron a Macri desde todos lados, incluidos sus socios de Cambiemos, porque si él pretendió imponer algo tan delicado para mostrar poder se olvidó que había prometido diálogo y consenso. Después de cuatro días de nuevos aires, el ambiente se enrareció de repente porque, en principio, falló la ponderación de la macana cometida o nunca se la calibró.Ocurre que lo que tendría que haber sido algo conversado antes con todas las fuerzas con representación parlamentaria surgió de la cabeza de un abogado amigo del Presidente con experiencia básicamente en manejos empresarios, un típico burócrata-asesor de las mesas de directorios, quien le hizo pisar un primer y duro palito y así, el paso encarado se transformó en un horrible boomerang para el macrismo.La muy mala manera de comunicar la medida, inclusive le hizo cometer a algunos de los ministros deslices de principiantes, como afirmar que los dos nuevos miembros eran necesarios para llegar a cinco porque, en una primera etapa se iba a gobernar con Decretos de Necesidad y Urgencia que seguramente se iban a judicializar. ¿Querían acaso garantizarse el voto positivo de los dos supuestos intachables, a quienes Macri supuestamente no conocía? Errores infantiles.Macri “lo hizo” El caso fue la ventana ideal para darle marco a la masiva concentración kirchnerista, como si Cristina y los suyos, alimentados durante los últimos años con una visión menos republicana, hayan sido los paladines de la democracia. Si ese mismo acto lo hubiesen efectuado los anteriores opositores y más a una semana del juramento presidencial, las voces K hubiesen puesto por delante “las mayorías populares” y bramado: “¡destituyentes!”.Sin lugar a dudas, fue Macri quien lo hizo, ya que la tan poco feliz maniobra logró unir, por un rato al menos, al PJ y al Frente para la Victoria, que tienen sus graves problemas internos que podrían llevarlos a la división en Diputados, en la medida que los pejotistas que responden a sus gobernadores se abran de los kirchneristas, quienes, a voz en cuello, sin ninguna autocrítica por el manejo del país en la última docena de años, admiten casi de modo religioso que se preparan para volver, para que retornen las supuestas maravillas que la gente rechazó en las urnas.Hay que advertir que el comunicado de repudio a la designación de los ministros de la Corte, en el que se habló de “arbitrariedad y avasallamiento de las instituciones más caras a nuestra democracia”, fue firmado el miércoles por 80 diputados (de los 97 que integran todavía el bloque), pero a la Plaza, al día siguiente, “en defensa de la legalidad”, sólo bajaron unos 40, mientras que Daniel Scioli, pese a todo lo mal que le fue por pegarse al kirchnerismo, buscó cobijo apoyando la movida.Fue diferente el temperamento de los senadores peronistas, más cercanos a los mandatarios provinciales, quienes hicieron saber que si los dos candidatos juran en función del Decreto, cuando sus pliegos lleguen al Senado serán rechazados, ya que se necesitan los dos tercios para convalidar cada propuesta y esa llave está en su poder. Ya sea por dicha apretada dentro del carril político, de dónde nunca debió apartarse el Presidente o porque el titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti lo hizo entrar en razones, para descomprimir la situación, Macri decidió retrotraer en un algo la decisión. El argumento que cualquiera podría gobernar con jueces designados a dedo hasta el fin del siguiente período legislativo en una calesita sin fin, debe haber hecho su efecto.En primer lugar, el Presidente ordenó poner en marcha los mecanismos del Decreto 222 que firmó Néstor Kirchner con la idea de que se siga un procedimiento común a todas las propuestas del Ejecutivo y luego, se pasó el juramento de los dos jueces para “febrero” y sin fecha cierta. Si hay llamado a Extraordinarias y se apuran los tiempos y quizás si se negocian con el peronismo otras dos vacantes, para retornar así a una Corte de siete miembros, puede ser que todo el mundo quede políticamente conforme en marzo.La cuestión económica A Macri le queda la tranquilidad de haberse mostrado hasta ahora bastante modesto y haber dicho dos veces que él no es “infalible”, que está dispuesto a escuchar y a recular, si fuere necesario. Primero, lo señaló en el Congreso el día de la jura, mientras que el jueves pasado usó el mismo adjetivo ante los editores de diarios en Adepa y aseguró que como “nos vamos a equivocar… necesitamos que ustedes nos hagan una crítica constructiva… (que marquen) dónde están los errores, para que nosotros podamos siempre mejorar”. Igualmente, salir con cierto dec
oro del autolaberinto tuvo un costo muy alto para el flamante presidente.Luego, estuvieron las primeras medidas económicas, bajo el signo del cumplimiento de las promesas de campaña: fin de casi todas las retenciones y salida del cepo cambiario. Sobre este último punto, lo resuelto por quienes asesoraron a Macri fue algo más lógico, porque se buscó anclar los anuncios en la confianza, con la conformación primero de un equipo muy solvente en el BCRA, que solicitó con éxito que el Tesoro capitalice la entidad con bonos para entregar en garantía de futuros créditos y preparó técnicamente el terreno para liberar el mercado del cepo que lo oprimía desde hace cuatro años.Luego quedó clara la decisión del ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, de salir a convencer a los mercados que, aunque no hubiera todavía por detrás un plan integral, fiscal, monetario y de ingresos, el precio del dólar se iba a equilibrar más o menos en los valores en que operaba unos días antes el contado con liquidación, debido a cierto poder de fuego que le daba algún maquillaje con los yuanes chinos, un anuncio de circunstancias y a futuro de parte del BID y sobre todo, porque las cerealeras prometieron volcar al mercado 400 millones de dólares diarios.Este punto estuvo enlazado con la decisión de quitar las retenciones para todas las ventas de productos agrícolas al exterior, menos a la soja que bajó cinco puntos.Cómo sigue la historia Las mayores críticas a la devaluación del peso estuvieron puestas en la posibilidad bien cierta de que los precios, sobre todo los de los comestibles, sigan sumando subas debido al ajuste cambiario o al tradicional “por las dudas”.Desde el macrismo se señala, con razón, que dólares a 9,90 pesos no había y que la mayor parte de los precios estaban entre 13 y 14. En tanto, desde el kirchnerismo se dice, también con razón, que las medidas golpean el bolsillo de los asalariados, aunque no se privan de marcar que el mayor beneficio lo ha logrado por partida doble su odiado campo y también las economías regionales, debido al efecto combinado del alivio que le significó la quita de las retenciones y la competitividad ganada por el ajuste del tipo de cambio.En materia salarial, ahora, vendrán los cruces con los sindicatos, que pidieron paritarias libres y bonos de fin de año para que los trabajadores puedan pasar el momento, algo que el Gobierno parece negar en primera instancia. Se cree que ya se verificará la promesa de encarar 2016 de modo tripartito, un modelo muy peronista que ha llevado a sucesivos fracasos, para tratar de desanclar el círculo vicioso de subas de precios enganchadas con aumentos de salarios.Por Hugo E. GrimaldiAgencia Diarios y Noticias (DyN)
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