Con objetivos alcanzados y con nuevos desafíos para “no bajar los brazos” en 2016, cierra otro año de trabajo de voluntariado en los Hogares Tupá Rendá. “Cada fin de año tenemos la alegría de cumplir objetivos. El nuestro es que los chicos del hogar sean adoptados por una familia que los ame, no queremos que se vuelvan adultos allí, sino que conozcan la vida en un ámbito hogareño y ahora tenemos la gratificación de que tres pequeños ya viven en su nueva casa, dos fueron entregados a su nueva familia, que obtuvo la guarda y un adolescente se revinculó con su madre. Se ve que tenemos esa buena energía cuando llega el mes de diciembre, porque el año pasado terminamos con cinco niños que encontraron una nueva familia también en estas fechas. Estamos felices”, contó a PRIMERA EDICIÓN la presidente de la Fundación Tupa Rendá, Eusebia Neni Valdez, para quien “todo trabajo que se haga nunca alcanza, pero de todos modos no bajamos los brazos y seguimos apuntando a los proyectos para el año que viene”, enfatizó. En ese sentido reflejó un poco las emociones encontradas al mirar la gran tarea que les depara para el futuro lo que fue la apertura de “La Casa de Don Carlos” en Candelaria desde septiembre último, tarea que asumieron a la par de la que ya venían realizando en los Hogares San José, Padre Mujica y la guardería Papa Francisco ubicados en Posadas. “Apenas empezamos a recorrer nos encontramos con que, en sólo dos casas, ya había dieciséis niños que no asistían a la escuela, además de que no tenían documento ni siquiera la partida de nacimiento. Nos dio una sensación de gran impotencia e incertidumbre encontrarnos con una realidad así, pero nos dijimos: vamos a intentarlo porque no se cambia la historias pero en algo les vamos a ayudar, con lo cual por las mañanas unos veinte niños reciben desayuno y apoyo escolar”.“Hasta ahora el eco en pequeño, se trata de personas muy reacias y tampoco demostraron tener ganas de hacer ningún esfuerzo para cambiar su situación actual, con lo cual el proyecto es complejo. Tenemos que hacer trabajo de cero”, explicó la presidenta de la fundación. “Tenemos un plantel de voluntarios tan comprometidos, que la verdad, nos volvemos unos corajudos”, destacó la mujer, quien secundada por el coordinador de los hogares Jose Luis Benedit, explicó lo proyectado para el año que está por comenzar. “El cuidador del hogar, es un chef que está certificado y están en nuestros planes que imparta talleres de cocina a las mujeres del barrio. Es un proyecto ambicioso porque pretendemos que las clases estén certificadas y avaladas por el Consejo de Educación. La idea, además de que estos conocimientos pueden significar una salida laboral, apuntan a que las mamás cambien el menú que les dan a sus hijos que no pasa de reviro y chipa cuerito”, señaló“La otra etapa es impartir un taller de cerámica, con la dinámica de que encuentren la veta de una salida laboral”, enfatizó Benedit. Apuntó Neni Valdez: “Nosotros apenas llegamos a veinte niños y en un barrio donde mínimamente están en situación vulnerable más de 120 chicos. Una gota en el océano, pero no nos amilanamos y tampoco vamos a bajar los brazos”, insistió. Mucho para festejarSobre el balance de lo realizado en Posadas, ambos coincidieron en que sobran los motivos para festejar: “Excepto una pequeña que ingresó al hogar en meses recientes y se incorporó tarde en la escuela, todos los niños que viven en los hogares aprobaron el año escolar. Gracias a Dios nos están respondiendo muy bien, todos pasaron de grado. A como llegaron, actualmente los chicos están con un muy buen nivel. Asisten a la escuela Stella Maris, en proximidad de la costanera capitalina, donde nos abrieron los brazos. Para nosotros fue un desafío porque nos propusimos que todos tengan el acompañamiento de un adulto para realizar las tareas, ya que cada chico tiene un tutor padrino y hasta algunos se bautizaron en la iglesia católica y su padrino también los acompañó en ese paso”.“Fue un gran proceso que lograran aceptar que hay un adulto que les pone limites y que está atento a lo que hacen, la mayoría de estos pequeños jamás había tenido nadie que se haga cargo especialmente de ellos, y esa es una tarea compleja y larga que empieza a dar frutos”, celebró Valdez.“Tuvimos que aprender tanto para trabajar con ellos, que hemos crecido mucho también. Lo que se queda en nuestro corazón es poder alzarlos y darles mimos y amor. Podemos decir que tuvimos nuestras dudas, nuestros trastornos, pero también nos fortalecimos fortaleciéndolos a ellos”.Detalló Valdez: “una de las cosas que tuvimos que suspender fue la cuestión de los regalos, porque a veces las personas creen que con llevar un regalo costoso al niño lo deja feliz, pero en verdad se lo perjudica. Nos enfocamos en trabajar en cuestiones como compartir, tareas en equipo, ayudarse y en pautas de comportamiento: por ejemplo limitamos las donaciones de golosinas, porque nos sucedió un tiempo que todos llegaban con golosinas y empezaron los problemas de caries y también de salud”. “Fue un gran desafío que logramos superar entre todos, ya que nosotros somos la cara visible -porque siempre hay un vocero que tiene que dar la cara y contar- pero quienes hacemos esto posible es un grupo de casi 300 voluntarios muy comprometidos”, resaltaron. “Los esfuerzos están al tope”En Candelaria empezaron en septiembre. El dueño de la casa de nombre Carlos, de ahí la denominación, la entregó en comodato a la Fundación Tupá Rendá con la condición de que la usaran con fines solidarios a uno de los barrios mas humildes de Candelaria el 8 de Octubre. La tarea se inició allí porque es, si se quiere, uno de los más populosos de esa comuna.“Estamos gratificados de poner en marcha el proyecto, sin la necesidad de tener que convertir la casa en hogar convivencial, ya que la fundación tiene dos en actividad y los esfuerzos siempre están al “tope”. San Jose Obrero y el Padre Carlos Múgica y una guardería con horario de la mañana”, dijeron.
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