Es el deseo de todos al iniciar un nuevo año, que sea lleno de felicidad, prosperidad y paz. El papa Francisco, en su mensaje pronunciado en el marco de la Jornada Mundial por la Paz, que se celebrará el próximo 1 de enero, nos invita a reflexionar sobre la importancia de construir una sociedad desde el amor y la paz, recordándonos que no es una tarea de “otros”, sino el compromiso de todos. El Santo Padre, nos recuerda que “Dios no es indiferente. A Dios le importa la humanidad, Dios no la abandona”. Es el gran signo de esperanza para cada persona, familia, pueblo y nación. “La paz es un don de Dios, pero confiado a todos los hombres y a todas las mujeres, llamados a llevarlo a la práctica”. La búsqueda y la construcción de la paz, implica estar dispuestos a vivir una profunda reconciliación como sociedad: dejando de lado tantas situaciones que nos alejan y diferencian, priorizando lo que nos unen. Es la tarea de todas las religiones, pueblos y naciones, buscar una sincera comunión para lograr la paz. Para construir la paz, es necesario que fortalezcamos nuestra vocación fundamental a la fraternidad, desde la conciencia de que somos hermanos. El mundo tiene la necesidad de vivir en fraternidad y todos tenemos el compromiso de sostener a los miembros más frágiles de nuestra sociedad. Que este nuevo año 2016, lo vivamos en clave de una gran generosidad y hermandad, en todos los ámbitos de nuestra vida social y económica, actuando con solidaridad para vencer la indiferencia y el egoísmo.Para ello todos estamos llamados a que el amor, la compasión, la misericordia y la solidaridad sean nuestro verdadero programa de vida, un estilo de comportamiento que debe estar presente en nuestras relaciones interpersonales. Pero esto requiere de la conversión del corazón: para que la gracia de Dios transforme nuestro corazón de piedra, en un corazón de carne, capaz de abrirse a los otros con auténtica solidaridad. Esto es mucho más que un “sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas”. La solidaridad ’”es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”, porque la compasión surge de la fraternidad.En esta tarea de construir una sociedad de paz, en primer lugar cada familia debe asumir con seriedad su misión educativa, porque en ellas es el primer lugar en el que se viven y se transmiten los valores del amor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención y del cuidado del otro. Ellas son también el ámbito privilegiado para la transmisión de la fe desde aquellos primeros simples gestos de devoción que las madres enseñan a los hijos.Que este mensaje de nuestro Santo Padre se haga realidad en nuestras vidas, para que podamos vivir este nuevo año que se inicia, en paz y con mucho amor. Dejémonos animar por estos pensamientos para que cualquiera sea el rol que nos toque desempeñar en la sociedad, lo hagamos convencidos de que la paz, se construye con la ayuda de todos y que es posible alcanzarla. Les deseo un ¡¡¡ Feliz año 2016!!! P. Juan RajimónMisionero del Verbo Divino
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