El Gobierno apunta a lograr que el financiamiento le resuelva los problemas que no desea encarar en los primeros meses de gestión. La salida del presidente Mauricio Macri a la cumbre de Davos manifiesta la avidez de la Argentina por volver a los mercados internacionales y la necesidad de conseguir recursos para financiar su monumental déficit fiscal, heredado del régimen económico anterior.Del aislamiento internacional y las relaciones comerciales con Angola, Azerbaiján y Vietnam del régimen kirchnerista a la vuelta a los mercados y a los organismos financieros internacionales.Los esfuerzos por insertarse en la comunidad internacional llevan tiempo pero son un buen indicio de que la Argentina va camino hacia tiempos normales.Sin embargo, hay algunos problemas subyacentes que perturban el buen clima hacia el país y que, por ahora, el Gobierno no los ha atacado.La manifestación de una inflación indómita es un reflejo de la persistencia de un elevado gasto público financiado por los recursos del Banco Central.Esta “adicción” monetaria continúa, provoca mayores perspectivas de inflación y de devaluación, y eso es lo que están viendo los inversores y ahorristas.De allí que los bonos que ajustan por CER sean la estrella la city porteña junto con la demanda de dólares tanto a nivel mayorista como minorista donde las cotizaciones no ceden.Hasta ahora, los esfuerzos de Federico Sturzenegger estuvieron centrados en absorber y esterilizar la mayor cantidad de liquidez de la plaza.Pero el BCRA dejó el grifo abierto todavía para el Tesoro, lo que genera dudas en la comunidad de negocios.En la última licitación de Lebac, apenas se pudo absorber 2.548 millones de pesos y sólo se logró reducir la tasa en el largo plazo, al tiempo que el mercado considera que la tasa de referencia quedará en torno del 30%, una tasa que revela la inflación esperada.Ahora, el presidente del BCRA se enfrenta a una disyuntiva crucial: o le cierra el grifo al Tesoro y convalida más tasa de interés, baja del dólar, planchando la actividad económica, o mantiene esa “adicción” monetaria, alimentando el monstruo inflacionario. Si opta por el primer camino, el BCRA va a generar un déficit cuasi fiscal y lo cargará en sus espaldas. Si opta por el segundo sendero, va hacia el abismo inflacionario.Pero para llegar a un escenario como el que describió Sturzenegger de objetivos de inflación, es necesario que el BCRA abandone al Tesoro a su suerte, y que el Gobierno haga el ajuste fiscal que pide todo el mundo inversor.El problema es, y sigue siendo desde hace un siglo, el ajuste del gasto público que se lleva casi la mitad del PBI, algo que por ahora en la administración Macri no parece tenerse en cuenta y se apuesta al gradualismo. La decisión de aceptar la auditoría del Fondo Monetario Internacional (FMI) es un buen indicio. La evaluación de la economía que hará ese organismo puede cambiar la tendencia al gradualismo de la Casa Rosada.En definitiva, es una diferencia de velocidades, es el vértigo de la inflación frente a la lentitud del gradualismo. En el medio, transcurren los 100 primeros días de gobierno y se esfuma la posibilidad de cambiar la historia.Por: Miguel Ángel RoucoEspecial para la Agencia DyN
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