Su destino fue pasar desapercibido y vivir en el submundo de la delincuencia, escapando y evadiendo policías. Ya sea saltando muros, eludiendo balas o hasta dentro de un morgue. Logró su cometido hasta hace muy poco, que finalmente se supo de quien se trataba.
Esta historia, propia de un guión cinematográfico comenzó hace doce años y tiene como protagonista a un hombre que era intensamente buscado por la Justicia de Misiones e incluso por Interpol. Estaba acusado de homicidio y estaba a la espera del juicio.
Se trata de Adolfo Waldomiro Krutli, quien fue sindicado como el autor del crimen a garrotazos de Emilio Alejandro “Puchero” García, de 17 años, en la chacra 81 de Villa Cabello.
Mientras se esperaba que el juez de esa causa disponga medidas, como ser la reconstrucción del hecho, Krutli estaba alojado en la comisaría Tercera, junto a otros tres acusados de homicidio.
La madrugada del miércoles 16 de julio de 2003, tanto el protagonista de esta historia junto a esos tres individuos se fugaron de dicha seccional. Limaron los barrotes y luego ganaron la calle tras saltar un muro trasero. Nada se supo de Krutli, a quien prácticamente se lo tragó la tierra. Hasta ahora.
“Dorfe”
La pasada Navidad, todo transcurría tranquilo en el barrio Canudos de Novo Hamburgo (Brasil), a casi 700 kilómetros de Posadas. Eran las 6 y “Dorfe”, como se hacía llamar Krutli, caminaba tranquilo por la calle María Do Carmo Miranda Da Cunha, cuando fue interceptado por quien se cree era un sicario y ejecutado de dos tiros en el pecho.
El fallecido no portaba documentos. Habitante de la Villa Kipling, era conocido en el área solamente como “Dorfe” y usaba el nombre y apellido de otro hombre, que obviamente fue dado por muerto. Nadie de sus vecinos imaginaba siquiera que se trataba de uno de los criminales más buscados de la Argentina por parte de Interpol y tras escapar de la comisaría Tercera.
En Posadas se lo consideraba como el presunto líder de la organización criminal “Los vengadores descamisados”, que operaba en la capital misionera y terminó con la vida de un adolescente de 17 años.
Es más, en los próximos días estuvo a punto de ser enterrado como indigente en el Cementerio Municipal de Novo Hamburgo. Su cadáver se hallaba en la heladera de la morgue. Pero un llamado telefónico, lo cambió todo.
Cómo ganó su identidad
Fue sin querer que Krutli ganó su identidad en Brasil. Y necesitó terminar preso para eso. Clandestino en ese país, fue detenido por robo callejero en el barrio Canudos, en 2012, y se identificó con el nombre de otro hombre a la hora del arresto. En la cárcel, sin embargo, las huellas dactilares no coincidieron con las de la persona en cuestión.
“Él no tenía documentos, dio el nombre de un vecino de Novo Hamburgo y hasta el nombre de los padres, que eran reales. Entonces el sistema creo una nueva ficha de registro”, contó el director de Homicidios de esa ciudad. Con eso, quedaron dos fichas para la misma persona.
Cuando recuperó la libertad, Krutli se continuó identificando con el nombre que ganó en la cárcel, que prevaleció incluso hasta la hora de su muerte. Así, sin saberlo, el vecino dueño de la verdadera identidad terminó siendo dado por muerto.
Tras escapar de Argentina, Krutli fue a Tres Passos por la proximidad de la tierra natal, donde permaneció por dos años y fue conocido como “El Grandote”, a pesar de no ser tan alto.Tenía 1,80 metros de altura. Sin embargo, su paradero se filtró y, en 2005, Krutli fue a parar a la región metropolitana.
La primera ciudad fue Campo Bom. Clandestino, sin documentos, incursionó en las drogas y se transformó en consumidor de crack. De allí fue a Novo Hamburgo. “Estoy vivo, ese no soy yo”Mientras el cadáver de Krutli estaba en la morgue. El dueño de la identidad o documentación que llevaba el fallecido recibió la información que sería sepultado. Corrió hacia la comisaría local, para decir que estaba vivo.
“Mis hermanos recibieron una llamada para ir a reconocer mi cuerpo en la morgue y me avisaron. Fue un susto”, relató el hombre de 39 años, habitante de Canudos (Brasil). Dijo, además, que conocía al argentino, pero que no era su amigo. A partir de allí, sería muy difícil para la Policía lograr establecer de quien se trataba.
El misterio comenzó a descubrirse con ayuda de un pastor argentino que llegó con posibles familiares de la víctima desde la provincia de Misiones, es más, este religioso le avisó a los parientes, cuenta el diario de Canoas, autor del informe.
El cadáver fue reconocido el pasado 18 de enero por dos hermanos del prófugo. Krutli, que entró escondido e intentaba llevar una vida discreta en Brasil, ahora regresará a su país de origen en un coche fúnebre.
Será enterrado en San Vicente, ciudad donde nació, informó la misma fuente. Los familiares comentaron que, después de la fuga, hace más de doce años, no volvieron a tener contacto con él. Viajaron a Novo Hamburgo para reencontrarlo, pero muerto.
La fuga
Adolfo Krutli escapó de la comisaría Tercera -limando barrotes y saltando un muro trasero hacia una calle- junto al expolicía César Castillo (en ese entonces 29 años), Marcelo Owczarczyn (quien tenía 25) y Cristian Veidoski (27).
Los tres estaban presos por homicidio. En el caso de Krutli por el crimen a garrotazos de un menor de 17 años. Esperaba el juicio. Mientras que Castillo estaba tras las rejas por matar a su exesposa, cuyo cadáver fue hallado en el arroyo Yabebirí en avanzado estado de descomposición, con una máquina de escribir -con número de inventario de la Policía- amarrado a su cuerpo-.
Castillo estaba condenado a prisión perpetua y fue recapturado. Owczarczyn en tanto, estaba acusado de asesinar a una jubilada de 74 años y fue el primero en ser recapturado.
Solamente queda prófugo Veidoski, acusado de estrangular a uno de sus pequeños hijos por un pacto que hizo con San La Muerte.